Por cierto
si te fueras
me quedaría solo
y no habría en el mundo soledad más completa,
lo digo porque temo
que llegues a cansarte de ser como yo soy
o que tal vez descubras
que vamos a pasar sobre nuevos abismos
y entonces te dé miedo
de aquí en adelante
seguirme la carrera.
Atrás,
tú bien lo sabes,
queda un largo camino
que has andado conmigo
como mi inseparable compañera,
has leído mis libros,
has bebido mi vino,
has corrido en mi mesa;
en fin,
has hecho,
innumerables cosas mías,
como esta
de pasarte mis noches
escribiendo poemas.
A veces se me ocurre
que bien pudo gustarte tener algotra vida,
por ejemplo, ser blanca,
hacer cosas distintas,
oír música suave
y no andar alelada al son de mis tambores
desde que eras pequeña,
volverte contra mí,
ser anticomunista
o por tu cuenta ir cuando yo en cambio
ya estaba de regreso,
pero no,
si hasta en mis malos ratos
siempre estuvo,
flaca,
comprometida,
al lado de mis culpas
tu leal inocencia.
Definitivamente,
tú vales mucho más de lo que pesas.
Sombra mía,
sopórtame,
no me falles jamás,
yo soy tu cuerpo.
Antonio Preciado
Esmeraldas, Ecuador, 1941