Tomado del libro: Memorias de mi memoria 
 
 

De Mercedes Jiménez de Vega se pueden decir muchas cosas: en el ámbito profesional fue una firme defensora de los derechos de la mujer y una incansable trabajadora, siempre dispuesta a enfrentar con determinación cada desafío que se le presentaba

Con su ejemplo demostró que el equilibrio entre el trabajo y la familia sí existe. Fue gran profesional y madre de familia, escritora y abogada que trabajó hasta casi los 80 años de edad. Dictó conferencias y escribió libros hasta sus últimos días.

Mercedes Jiménez de Vega fue una de las cuatro jóvenes que abrió las puertas de la Universidad Católica del Ecuador para las mujeres. Contrajo matrimonio temprano con quien sería uno de los hombres públicos más importantes de este país, el doctor Néstor Vega Moreno. Su numerosa familia no fue obstáculo para culminar su carrera universitaria y se graduó de doctora en Jurisprudencia en 1984. Años antes se involucró en la defensa de los derechos de las mujeres y representó al Ecuador en varios organismos internacionales, como la Comisión Interamericana de Mujeres CIM (OEA), la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas, asistió a docenas de reuniones internacionales como la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer realizada en Beijing en 1995, donde fue la portavoz oficial del Ecuador. Participó en las discusiones y aprobación de la Convención para combatir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer y la Ley Ecuatoriana en Contra de la Violencia.

En el Ecuador, en las décadas de los ochenta y noventa, junto con un valioso grupo de abogadas luchó y consiguió las más importantes reformas legales a favor de la mujer como la desaparición de todo rezago de la potestad marital y la total igualdad jurídica de las mujeres.

Autora y coautora de varios libros, entre ellos “La Mujer Ecuatoriana, Frustraciones y Esperanzas”, “El Reto de Vivir” que recoge parte de su producción periodística, “La Mujer en la Historia del Ecuador”, “La Mujer y la Política”, “Nuevas Orientaciones del Derecho de Familia”, “El Pensamiento Femenino en el Ecuador”, “Memorias de mi Memoria” autobiografía de múltiples facetas. Representa a la mujer que ha sabido conjugar el papel de madre y esposa, y de activa y bien orientada líder femenina.

Fue miembro de varias organizaciones como el Instituto Ecuatoriano de Cultura Hispánica, Asociación de Diplomados del IAEN, Asociación Nacional de Abogadas Ecuatorianas, Fundación Familia, Vida y Futuro, y la Federación Internacional de Abogadas, entre otras.

Algo que se debe destacar y que tiene una vigencia importante es que fue promotora, creadora, y fundadora del Centro de Capacitación del Comité Ecuatoriano de Cooperación con la CIM-CECIM, que hasta la presente fecha sigue incorporando promociones de graduadas en diferentes áreas tales como Computación, Corte y Confección, peluquería y Belleza, Gastronomía, y Contabilidad. Esta iniciativa fue creada para incentivar a las mujeres a tener su independencia económica. (Vega Jiménez, 2013)

 

INGRESO A LA UNIVERSIDAD CATÓLICA

Con la intención de entrar a estudiar medicina fui a pedir el prospecto para el examen de ingreso a la Universidad Central, una de las dos que existían en Quito. Recibí una cascada de agua fría sobre mis sueños. Nunca tuvimos un buen profesor de Química y la única fórmula que sabía era la del agua. No podía aprender en un mes lo que no había aprendido en cuatro años. Un abogado amigo de mis padres le había recomendado a mi madre que me haga estudiar Economía que era la profesión del momento y del futuro. No me agradó la idea y resolví probar Derecho, pero en la Universidad Católica, donde había un problema mayor: no recibían mujeres.

Convencí a dos amigas con las que andábamos en busca de carrera y de universidad, ir a hablar en la Universidad Católica. En efecto acudimos a la Secretaría, donde el secretario era el sonriente –y después supimos- implacable, doctor Víctor Hugo Bayas. Explicamos nuestras intenciones y él nos dijo que fuéramos al día siguiente para hablar con el rector. A la cabeza del pequeño grupo y temblándome las piernas entré al rectorado donde nos esperaba el Padre Aurelio Espinosa Pólit y me preguntaron por qué quería entrar a la Católica a estudiar Derecho y no les dije que por no dar el examen de ingreso en la Central, sino algo que era verdad, que me había criado en un medio muy religioso y que mi mamá tenía miedo de que si voy a la universidad enseguida me consiga enamorado y me case, lo que también era verdad.

No sé si les convenció mis palabras o si ya estaban dispuestos de antemano a recibir mujeres, pero lo cierto es que aceptaron sin dificultad nuestro pedido, pero con algunas condiciones: no inquietar (coquetear) a los muchachos y un mes de prueba para ver cómo nos portábamos. Para asegurarse de nuestro comportamiento nos colocaron en la primera fila y nosotras, al principio, no nos atrevíamos ni a regresar a mirar.

Comentario: Este evento sería el punto de partida de seis décadas de brillante carrera profesional destacándose la defensa de los derechos de la mujer y la familia y su valiosa representación como delegada titular ante el Comité Interamericano de Mujeres CIM(OEA). 

 

 ROSARIO DE LA AURORA



De la vida familiar de los años ochenta tengo un recuerdo entre gracioso y religioso. Una madrugada me levanté muy quedo y sin hacerle sentir a mi marido salí de mi casa, acompañada de la empleada doméstica, a la misa del Rosario de la Aurora de la Iglesia de la Merced. Feliz de haber estado en la compañía cercana de Dios y de su Madre (en verdad que Dios está en todas partes, pero me gusta mucho acudir a la iglesia) regresaba a mi casa ya bañada por el sol de la mañana, cuando noté un inusitado movimiento en su interior. Me recibieron mi marido, mis hijas casadas y sus esposos, los hijos medianos y los niños somnolientos con más reproches que alegría. ¿A dónde me había ido a las cuatro de la mañana? Néstor me contaba después que cuando se despertó y no me vio a su lado lo primero que pensó es “¿Por qué se fugó de la casa si ni siquiera habíamos peleado la víspera? ¿Se sintió repentinamente enferma y por no molestar se fue a un hospital sola?” No habían llamado a mi madre por no asustarle y a mis hermanas por discreción. Alguna vez había amenazado irme a vivir en un convento si mi marido no corregía su carácter y mis hijos su desconsideración y creyeron que había cumplido mi amenaza. Cuando les expliqué que había ido a misa, todos respiraron aliviados.

Comentario: Después del susto, este suceso se convirtió en una anécdota que nos hace reír cada vez que la recordamos. 

 

 DERECHOS DE LA MUJER

 

 

Protagonista y testigo de la lucha de la mujer por sus derechos”

Mucho se habla ahora de la conquista de los derechos de la mujer y lo hacen personas que no participaron en ella, pero que están usufructuando de lo que otras hicimos.

A fines de la década de los setenta seguramente no pasábamos de cinco las organizaciones femeninas que trabajábamos, casi clandestinamente, por una causa débil y malentendida, sin ayuda de ninguna clase. Nadie hablaba del 8 de marzo como día internacional de la mujer y, por el contrario, no sé si por coincidencia o por mala intención un año, en esa fecha, se celebró el “día del mono”. Las doce o quince que integrábamos el Frente de Promoción invitábamos a conferencistas varones a hablar sobre la mujer y lo que hacían era dar discursos poéticos con los lugares comunes de siempre, llenos de flores, pero vacíos de contenido y de justicia. Parecía una lucha perdida, que lo que estábamos haciendo era darnos la cabeza contra los muros.

Por otra parte, y a pesar de la resistencia de los hombres y la inercia de las mujeres a nivel nacional y mundial se estaba dando un fenómeno que aceleró el cambio de mentalidad de la gente: las mujeres invadieron las universidades lo que contribuyó a que se produzca una verdadera revolución en la condición y manera de vivir de las mujeres y consecuentemente, de la familia. No rechazaron su papel de madres y esposas y motores de la familia, sino que comprendieron que no era el único que tenían que cumplir, que también eran miembros de la sociedad, de su patria, del mundo y que, para ser útiles a su familia, a esa sociedad, a ese mundo las mujeres tenían que prepararse como los hombres. Ya en el siglo el XIX habían luchado por los derechos políticos y laborales y ahora había llegado el momento de que se le reconozcan todos los derechos, sobre todo el derecho a la igualdad sin limitaciones. Por la fuerza de la corriente histórica que no se detiene, las mujeres traspasaron el umbral del hogar, tras el cual se habían mantenido por dos milenios y se introdujeron en un mundo que por siglos había sido casi exclusivamente masculino.

Los hombres tuvieron que ceder espacios, lenta muy lentamente, en las profesiones, en la economía, en la política y en las páginas de la historia.

En el Ecuador se mantenían instituciones anacrónicas como la potestad marital, desaparecida en las reformas al Código Civil de 1970, pero que perduró solapadamente hasta 1988 (año en el que se hicieron importantes reformas en este cuerpo de leyes), así como también, las ambigüedades en la Constitución y las restricciones en el trabajo.

En 1986, la Comisión Jurídica del CECIM, integrada por las doctoras Mariana Yépez, Piedad Gálvez y mi persona, como presidenta, acudimos a la Comisión de lo Civil y lo Penal del H. Congreso Nacional para presentar nuestras observaciones al Proyecto de Reformas al Libro I del Código Civil. Fue la primera de múltiples gestiones y acciones que tuvimos en este tema. También la Presidencia de la República nos había encomendado la elaboración de un Proyecto de Reformas al mismo libro, el que lo realizamos con el asesor Presidencial doctor Carlos Páez, en sesenta sesiones de trabajo y fue entregado en marzo de 1988, pocos meses antes de que terminara el mandato del Ingeniero Febres Cordero.

En el siguiente período legislativo se creó la Comisión de la Mujer la Familia y el Menor, con la que tuvimos varias entrevistas hasta que, al fin, en agosto de 1989 se expidió la Ley 43 que reformó de manera sustancial el Derecho de Familia.

Comentario: este último evento marcaría un antes y un después sobre los derechos de la mujer en la legislación ecuatoriana.

 

Mercedes Jiménez de Vega, Memorias de mi memoria, 2011.

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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  • mapOtavalo, Ecuador, 1961.

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