Por Ramiro Velasco
Todos le conocían como el "Pecho Jaramillo", que era un verdadero dandy. Siempre de a terno y corbata o en todo caso un pañuelo entre la camisa y el pecho. Muy ocurrido, todo un hombre gracioso y tomador del pelo y con una sal y una chispa inigualable. El mencionado personaje se había mandado a confeccionar un terno en la sastrería del maestro Garrido, prestigioso profesional de nuestra tierra, pero Pecho Jaramillo le había quedado adeudando el valor de la hechura; deuda que ya tenía varios meses de duración, la misma que el sastre Garrido no tenía forma de cobrarla a pesar de su insistencia y de valerse de varios artilugios para alcanzar el pago que nunca se realizó.
Pecho Jaramillo sabiéndose deudor y al no disponer de fondos para cancelar su deuda, evitaba a toda costa encontrarse con su acreedor, inclusive tenía dada la orden a sus familiares y empleados de que en caso de que el maestro Garrido le buscara, procedieran a decirle que estaba fuera de la ciudad, administrando su hacienda en la zona de Íntag. Sin embargo las circunstancias imprevistas aparecieron más temprano que tarde. En un domingo, en el parque principal de Otavalo, en horas de la retreta matutina, en medio de un gentío, Pecho Jaramillo fue sorprendido por el maestro Garrido quien en duras palabras procedió a increparle por su mal proceder. La exigencia del pago y las sospechosas disculpas fueron subiendo de tono y a vista y paciencia de un gran público que solía darse cita en el parque principal de Otavalo. Para evitar pasar mayores vergüenzas de las que ya estaba sufriendo, Pecho Jaramillo empieza a alejarse del maestro, tomando distancia y poniéndose a buen recaudo de los insultos y reclamos. Fue en ese momento que el maestro Garrido, alzando la voz para que todos oigan le grita:
-Señor Jaramillo si usted no me paga en esta semana tendré que tomar otras medidas.
A lo que Pecho Jaramillo le responde también en alta voz:
-No maestrito, ¡¡harame no más en las mismas medidas!!