
Recopilado por Paulo de Carvalho-Neto y adaptado por Dorys Rueda.
Noviembre, 2025.
En las montañas de Zaruma, donde el sol brilla como si jugara a esconderse entre las hojas del banano, vivía una familia trabajadora. Cada día cuidaban su sembrío con cariño, pero cada mañana encontraban los plátanos mordidos.
—¡Alguien se los come en la noche! —decían los hermanos.
Los mayores prometieron cuidar, pero siempre se dormían.
Entonces el más pequeño, que era curioso y valiente, pidió hacerlo él.
—Déjame a mí, papá —suplicó—. Esta vez descubriré quién se come los plátanos.
El padre dudó, la madre encendió una vela, y el niño se quedó despierto bajo la luna.
De pronto, escuchó un suave trote. Entre las hojas apareció un caballito diminuto, de crines multicolores. Pisaba despacito y comía los plátanos más dulces.
—¡Un caballito! —susurró asombrado.
El animal lo miró y habló con voz suave:
—No tengas miedo. Si alguna vez me necesitas, solo llámame. Te ayudaré, mientras tu corazón siga siendo bueno.
El niño guardó el secreto como un tesoro.
Pasaron los años y en el pueblo se anunció una gran carrera de caballos. Los hermanos se prepararon con sus mejores monturas, pero el menor, en silencio, llamó al caballito.
El aire brilló como un arcoíris y el pequeño caballo apareció relinchando de alegría. Corrieron juntos y ganaron la carrera.
El muchacho compartió su premio con sus padres y todos se alegraron, menos los hermanos, que se pusieron celosos.
Tiempo después, la princesa del reino lanzó un clavel desde su balcón y dijo:
—Me casaré con quien lo atrape al volar.
Los jóvenes del pueblo lo intentaron sin éxito. El muchacho, recordando a su amigo, volvió a llamarlo. El caballito corrió tan rápido que el clavel cayó justo en sus labios.
El rey sonrió, la princesa se enamoró, y el niño —ya joven— invitó a sus padres al palacio para vivir con él.
Desde entonces, en Zaruma se dice que, cuando el viento huele a banano maduro, el caballito de los plátanos pasea entre los árboles buscando a los niños que creen en la magia y que tienen un corazón bondadoso.
