Alfredo y Piedad Costales Samaniego
 
El hombre y el diablo pueden ser los mejores amigos. sucede muchas veces, sobre todo, si el diablo tiene insospechadas generosidades con su amigo. En el fondo, esta no es una amistad corriente. El mortal, inconforme con su suerte, persigue bienes inalcanzables, fortunas cuantiosas, casas elegantes, joyas, animales. A su vez, el espíritu arrancado del averno (sitio donde moraban los muertos) oculta sus verdaderas pretensiones. Si logra "hacer" amistad con un campesino, aprovecha la sencillez del hombre y sus pensamientos de grandeza, lo asfixia, lo llena de presentes. Un buen día le invita y entonces...
 
Dejemos contárnoslo a la leyenda:
 
César Bedón no tenía otras pertenencias que una choza esquelética, una quincha fabricada con ramas de lechero (árbol de cuya corteza se extrae una sabia parecida a la leche, utilizada para varios menesteres) y en ella una vaca, un asno, un perro en agonías. Vestía, pero tan a lo pobre, que mejor habría sido parcharle las carnes donde fuera necesario.
 
A él, como persona, nadie lo veía con el debido aprecio. El hombre desposeído vale menos que un muerto. Ni se lo piensa, ni se lo extraña. Sus familiares no tenían preocupación alguna por tan insignificante persona.
 
El diablo conocía el alma vacilante de este pobre. De su propia paila de fuego y azufre dejó libre una mujer. Esta vino a la tierra provista de belleza, de fingida mansedumbre y otras cualidades que cautivaron a César Bedón.
 
Fue un amor "a primera vista". La joven, graciosa, bonita, convino en habitar la choza esquelética, cuidar de la quincha de lecheros. Todo continuó hundido en la triste situación, en tanto la flamante esposa dispusiera de tiempo "para coloquios" con el diablo.
 
Primero fueron cartas contando ella cuán grande era el amor de su esposo. Ya el alma del mortal era su propiedad exclusiva. Lo demás vendría por añadidura. El diablo respondió las secretas misivas, solicitando prudencia, mucho silencio y cautela. No había "cómo sacar las uñas de inmediato". Meses después, el telégrafo de Satanás llevaba y traía mensajes. Ella: "Señor diablo, ya es hora de ayudar a mi marido. Yo tuve lujos, comodidades, placeres en su compañía, prefiero la muerte a esta vida junto a César Bedón".
 
El Diablo a ella: "Tu apresuramiento puede perdernos. Para qué entonces fuiste formada en mi propia paila de azufre, sino para obrar con enorme paciencia. No se conquistó nuestro delicado sitio, en la eternidad, sino con los actos".
 
Entre ir y venir de mensaje, murió el perro. Poco después murió el asno. Ya no tendrían sino un vaso de leche al día. La muujer de César Bedón puso un ultimátum al diablo: "O viene o me voy. No hay condenado con faldas que deje la paila por este cuchitril". El diablo respondió: "Voy. Cuando me necesites mira la botella situada junto a tu cama. Pide lo que quieras. Obra prudentemente..."
 
Desde entonces los vecinos se sorprendieron de la rica presencia de la casa: paredes de adobe y madera, pintadas de blanco. Sí parecía un cartucho abierto sobre la tierra. Ventanas protegidas de vidrio, cubierta flamante de zinc. Relucía al sol, como el plumón de las palomas. En las noches, el viento en el zinc decía palabras, palabras, que no permitían dormir a los vecinos.
 
Esto solo fue el principio. La quincha desapareció de espaldas de la casita blanca. Caminó hacia remotos confines, hasta donde llegaban las siembras, los huertos frutales, las tierras de pasto de César Bedón.
 
Quién tuviera pactos secretos con el diablo para saber cómo se las arreglaba el más pobre entre los pobres para llegar a ser el primer propietario de la zona.
 
Lo cierto es que César Bedón, hoy envidiado por todos, tampoco sabía cómo ni cuándo. Al meditar en la rara belleza de su joven consorte, nació la duda. Todo le parecía una amarga pesadilla. Mejor sabían las tortillas de maíz con cebolla y achiote al diario banquete. Algo como azufre le quedaba en la boca. Mejor sabía un pilche de leche de la vaquita negra y flaca, a la crema batida con fresas y luego el vino de aquella extraña mujer, entre humilde y coqueta.
 
Optó por espiarla. El diablo sorprende a los hombres. Pero, también hay hombres que le sorprenden a él, y allí ardió Troya.
 
Días, meses al acecho. Nada en absoluto... Su deliciosa mujer en los afanes del hogar. Todo creciendo como por arte de magia. Sementeras (porción de tierra que ha sido labrada y sembrada) sin gusano, sin heladas. El agua de las acequias fluyendo sin interrupción. Las aves "aumentando de un modo incontrolable".
 
Los vecinos, a la puerta de sus casas, boquiabiertos, admirados. Y el pobre rico, insatisfecho, envenenado por las dudas, sacudido de temores. En la atmósfera, algo como una carcajada del diablo hería y estallaba.
 
¡Pobre rico! Pensar que fueron vanidosos sus sueños. Un día, retornó sin dar tiempo a su mujer a ocultar al diablo en la botella. Cuando el hombre del cuento entró en silencio, ella decía frases inteligibles y sacaba de una botella un monstruoso ser, envuelto en llamas el cuerpo, mitad hombre, mitad bestia; dos enormes cachos le nacían de la frente. Tenía ojos feroces y cola lanuda. Al ser sorprendidos por el hombre, el diablo ordenó: "Huye mujer, vuelve a tu paila"... El campesino enmudeció de asombro. Había al fin sorprendido las desconocidas razones de su repentina riqueza. La mujer desapareció entre una nube negra y un nauseabundo olor a azufre, a cuerpos putrefactos, a montañas de almas conquistadas por el diablo.
 
-Si aceptaste mis primeras dádivas, aceptarás las demás, tu alma, en cierto modo, ya me pertenece. Acto continuo ordenó seguirle  "a un lugar sólido" hoy llamado San Antonio.
 
-Todo lo que tuviste volverás a poseer, mucho más si lo quieres. Solo necesitas tener el ánimo fuerte, "soportar la prueba". Buena pinta para compañero de paila es la tuya; vacilas, envidias, haces amistad con quien no debes...
 
Dieron doce campanadas en la noche. Se abrieron oquedades (espacios abiertos) de fuego en la sombra y surgió una enorme mula, cuyos cascos sacudían la tierra. Diablo y hombre montaron la mula saliendo en veloz carrera, hacia lo desconocido. Llegaron a remoto lugar, funesto, tétrico, donde las sombras gemían de miedo. Restos humanos ardían, en azules fuegos fatuos. El olor era insoportable. Millares de enormes moscas iban de los restos putrefactos hacia los jinetes. Sus alas oscurecían más la noche. Los cadáveres hablaron:
 
-Aún cuando no te agradecemos, César Bedón, si aguantas serás nuestro... -Y todo lo tendrás... Tienes "pinta para compartir la paila".
El hombre, por ambicioso que fuera, no soportó el espectáculo y resbalando lentamente de la mula huyó... UY...AY... pensando en su pobre casita de bahareque (pared de ramas y lodo) en Santa Rita.
 
Su primitiva amistad con el diablo fue fatal por toda una vida... Nunca supo volver a su choza esquelética, a la que se arrimaba sufrida la quincha de lecheros. Su erranza era solo el grito del remordimiento y la angustia. Quien estuvo con el diablo huele a azufre. Quien poseyó riquezas, manjares, mujer bonita, no vuelve conforme a ser un don nadie.
 
 El maléfico poder de aquella amistad le llevó un día a Aguaján. Largo rato permaneció contemplando el río. El agua parecía subir hacia su garganta, atrayéndole hacia el fondo. al fin, fuera de sí, dio cuatro vueltas en el aire y cayó pesadamente al río...
 
La familia, en días de búsqueda, dio con su cuerpo, semidescompuesto a la orilla del río, cuando estuvieron a recogerle, el cadáver "dizque rió fiero, fiero y mismo dicen que, dizque suspira eternamente".
 
¿La razón?... Muy sencilla, hay peligro en que el hombre y el diablo sean los mejores amigos. Peligro en una "mujer bonita", sobre todo si prepara manjares, habiendo en la quincha apenas una vaca, un asno, un perro en agonías. En sacudir el alma con la envidia y esperar de la gente mayores pleitesías de las mercedes. Y, en tener una botella junto a la cama. A lo mejor en ella el diablo y, "al primer canto del gallo", somos millonarios, sin saber cómo, ni cuándo.

 

  Mitos y Leyendas Ecuatorianas, Ariel Clásicos Ecuatorianos, 2015

 

Portada: https://consolaytablero.com/2018/08/31/el-diablo-de-la-botella-cuento-juego/

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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