El lago de los dioses
El Lago de Cuicocha está ubicado en la provincia de Imbabura, a 110 Km de Quito (aproximadamente dos horas). Prácticamente es el cráter de un volcán activo del mismo nombre que mide aproximadamente 3.2 Km de diámetro, en su interior tiene dos islotes conocidos como el Wolf y Yerovi. Este Lago en forma de tazón está a una altitud de 3.068 metros sobre el nivel del mar…
En un día despejado recorrimos el Lago en una pequeña embarcación. Las emociones son fuertes en el bote, no faltó el griterío por las inclinaciones repentinas a causa del viento fuerte o las maniobras del conductor.
El guía aprovecha el recorrido para darnos a conocer las características, los misterios y leyendas que envuelven al Cuicocha y el por qué la gente se enamora de este sitio tan visitado por turistas nacionales y extranjeros.
En primer lugar dice que los científicos aseguran que hace tres mil años se produjo una erupción volcánica y de ahí emergió el Lago. A su vez una leyenda andina cuenta que el volcán Cuicocha era hijo de Rucu (viejo) Pichincha y de María Isabel Nieves Cotacachi o Huarmi Huasi (cerro hembra). Un día se separaron las dos montañas y el papá se llevó al hijo (guagua Pichincha) a los alrededores de Quito. En el sitio sólo quedó un hueco vacío que luego se transformó en el Lago Cuicocha, formado por las lágrimas de su madre.
La oralidad del relato continúa y nos comenta que el Cotacachi, tiene en uno de sus flancos la forma de un rostro humano que mira hacia el lugar donde estaba el hijo. Esta silueta es más visible en épocas en que está cubierto de nieve.
Además, nos da otra interpretación del nombre del Lago, dice que Cuicocha en lenguaje Kichwa significa “laguna de los cuyes”, se presume que los incas depositaron estos animales en los islotes Wolf y Yerovi. A propósito señala que hay una leyenda sobre el “cuy dorado” que señala que la primera persona en verlo se vuelve rico y la segunda se transforma en pato, en el Cuicocha hay una gran cantidad de patos silvestres.
También nos enteramos que un grupo de jóvenes liderados por José María Yerovi (1824) salió de excursión sin permiso de sus padres, por la neblina y los ventarrones huracanados que de pronto se presentaron en el Lago, casi perecen, ¡se salvaron de milagro!, José María Yerovi llegó a ser Obispo de Quito y uno de los islotes lleva su nombre. En fin, voces de desaparecidos, aparición de sirenas, y un centenar de etcéteras son parte del encanto del Lago.
Hay que recordar que con ocasión del solsticio de verano, 21 de junio, chamanes o yagchas de todo el país se reúnen en Rumihurco (piedra negra) para rendir homenaje a la Pachamama (Madre Tierra), sector noreste del Lago. Aquí se concentra la energía de la Tierra y es donde los incas y caras ofrendaban mujeres vírgenes a sus dioses.