Eran tiempos en que no había luz en Otavalo y los niños y jóvenes se divertían en las calles, hasta entrada la noche, sin el peligro que existe hoy en día.
El duende, con furia, le respondió:
-No sabes con quién te metes. Si yo fuera tú, saldría disparado, en este mismo instante.
El joven, como respuesta, le lanzó toda clase de insultos, agravios y ofensas. Luego, le atacó con sus puños.
Los dos cayeron al suelo, llevando la peor parte el muchacho. Durante la pelea, no sintió los golpes certeros que le propinaba el duende, pero cuando la riña terminó, vio que estaba malherido. Le costó incorporarse y levantarse. En ese momento, se percató que el duende había desaparecido. Del susto, se le quitó la borrachera y a toda velocidad, emprendió el camino hacia su casa.
Llegó muy agitado y contó a su familia lo que le había sucedido con el hombre pequeño. Sus parientes guardaron silencio, pero un frío glacial les recorrió el cuerpo. Al día siguiente, el joven enfermó gravemente. La familia hizo todo lo posible por salvarlo, pero el muchacho murió a las pocas horas. La gente decía: "El responsable de la desgracia del chico es el trago, porque el duende no soporta a los borrachos y menos aún, a los pleitistas y revoltosos que pasan por el molino".
INFORMANTE
Luis Ubidia
Otavalo: 1913-2000
Fue un prestigioso maestro que empezó su carrera docente en 1935, en San Pablo de Lago, en la escuela Cristóbal Colón. Después pasó a la escuela 10 de Agosto de la ciudad de Otavalo, plantel donde había estudiado su educación primaria.
En 1936, viajó a Quito para trabajar en la Anexa del Normal Juan Montalvo. En 1970, después de una ardua y fructífera labor como profesor, se acogió a la jubilación y fue articulista en los medios escritos de la provincia de Imbabura, con un claro enfoque de justicia y rectitud, en los temas de la vida local del cantón Otavalo.
Escribió artículos de investigación científica y notas poéticas. Tiene 28 publicaciones.