Esta historia es verdadera, solamente los nombres no los recuerdo con exactitud pero en variadas ocasiones la escuché en labios de mi madre contarla a todos sus amigos que conocía.
Sucedió aquí en la ciudad, en ese entonces las calles no tenían asfalto y había muchos árboles. Era prácticamente una aldea, una comunidad, la que estaba sujeta a restricciones de parte de la iglesia y un irracional temor a Dios.
Se llamaba Mercedes, era rubia, con las pestañas largas y arqueadas, todos los mozos casaderos la cortejaban pero ella no les prestaba atención alguna hasta que cierta vez se enamoró de Faustino perdidamente, y él de ella, Pero había una pequeña criatura muy hermosa que aparecía y desaparecía misteriosamente y le hacía la vida imposible a Mercedes. Cuando ella iba a comer, el duendecillo escupía la comida. O le jalaba de los cabellos. Delante de personas la tomaba en peso para llevársela. Los padres de ella no sabían ya qué hacer porque Mercedes parecía agonizar, no comía, ya no reía, semejaba un alma viviente.