EL DUENDECILLO DE PORTOVIEJO
 
Informante: Amparo Moreira, Portoviejo, 1982.
Compilador: Abdón Ubidia
 

Esta historia es verdadera, solamente los nombres no los recuerdo con exactitud pero en variadas ocasiones la escuché en labios de mi madre contarla a todos sus amigos que conocía.

Sucedió aquí en la ciudad, en ese entonces las calles no tenían asfalto y había muchos árboles. Era prácticamente una aldea, una comunidad,  la que estaba sujeta a restricciones de parte de la iglesia y un irracional temor a Dios.

Se llamaba Mercedes, era rubia, con las pestañas largas y arqueadas, todos los mozos casaderos la cortejaban pero ella no les prestaba atención alguna hasta que cierta vez se enamoró de Faustino perdidamente, y él de ella, Pero había una pequeña criatura muy hermosa que aparecía y desaparecía misteriosamente y le hacía la vida imposible a Mercedes. Cuando ella iba a comer, el duendecillo escupía la comida. O le jalaba de los cabellos. Delante de  personas la tomaba en peso para llevársela. Los padres de ella no sabían ya qué hacer porque Mercedes parecía agonizar, no comía, ya no reía, semejaba un alma viviente.

Cierto día una viejita le habló al oído al padre de la chica, éste prestó gran atención a lo que decía la señora.
Poco tiempo después el padre de Mercedes llegaba al pueblo con un hombre negro.
Una noche cuando Mercedes dormía, el negro se desvistió completamente y se acostó al lado de la chica.
Más tarde apareció el duende y al ver a su amada junto a un negro huyó a toda carrera y nunca más volvió a aparecer.
Mercedes se casó con Faustino y vivieron largos años.
La viejita que le habló al oído al padre de la chica le dio el remedio del negro para que el duende la dejara en paz y así sucedió.
 
 
Cuento Popular Ecuatoriano, Colección Antares, 1993.
 
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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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