Ramiro Velasco
Guillermo Pinto caminaba por una de las calles de Otavalo con algunas copitas en su haber y al pasar por cierta casa recordó que allí estaban alojadas unas gitanas. Habiéndose pasado de la puerta de la casa mencionada, Guillermo recordó lo de las gitanas y pronto regresó y procedió a golpear la puerta:
-Toc, toc, toc.
-¿Quién es?
-Adivine.
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