¿Recuerdas, Vri?
Esa noche caía la nieve y nos casamos en la Catedral de los Secretos, en Alcalá de Henares.
Estábamos tan bellos, tan dolorosos y bellos.
Había flores, había arroz, había vestidos de seda, había caballeros y damas de honor.
Pero ni tú ni yo estábamos allí. Y fue a la mañana siguiente cuando empecé a pensar en que era cierto que no debíamos nombrarnos.
A veces, en mi torpeza frágil, suelo extraviarme en la idea de que hay cielos inasibles que nunca se dejan aprehender del todo y que hay amores que se pierden ahogados en su suerte.
Un fin de semana nos escribimos cartas y luego acordamos encontrarnos en la puerta 2 del acceso 9 en la estación del Metro de Nueva York.
Subimos al mismo tren y nos sentamos frente a frente, no juntos, para leer en libertad y entre las sucesivas sombras y luces de la cabina las cosas que nos dijimos en esos papeles inexistentes que te despertaron tantas sospechas y dudas aunque las palabras reales no estaban dichas.
Qué cosas, ¿no? Tantos inviernos que nos juntamos en Librería Ateneo de Buenos Aires y con gestos de picardía y misterio leímos partes de libros nuevos que nos atraían por sus portadas o por los nombres de sus autores, aunque la señorita rubia y gorda que nos vigilaba se mostraba inquieta y observaba atenta nuestros movimientos por si se nos ocurriera robarnos un ejemplar o dos.
Así fue la mañana cuando caminamos tomados de las manos por el malecón de Manta y dijiste que tenías miedo de tener miedo y que más importante que nosotros dos era tu paz en nuestros destinos paralelos que al final serán asíntotas de nuestros lutos.
También te escuché decir que debíamos aparecer ante los otros como la nada para que los cuervos de la desesperanza no supieran de nuestro todo.
Y así, en medio del rumor de misiles que estallaban en el paisaje de las olas, la complicidad se fue esfumando como suele deshacerse la espuma del mar cuando la absorbe la incertidumbre de la arena.
Y tu nombre, este nombre, Vri, dejó de aparecer para siempre en los porvenires celebratorios que yo te inventaba en mis poemas.
Diciembre 9, 2023
Rubén Darío Buitrón
Rubén Darío Buitrón (Quito, 1966) es Director General de NOTIMERCIO, el nuevo periódico de Quito. Dirige también la nueva Escuela de Cronistas del Ecuador. Es poeta, docente y cronista. Máster en Periodismo por la Universidad de Alcalá, en España. Tiene tres premios nacionales de Periodismo. Autor de 13 libros en diversos géneros. Su libro más reciente es «Dicen que mis demonios son inofensivos» (2023). Es director del portal periodístico y literario loscronistas.org