En la muerte de mi padre

 

TIEMPOS

 

Me quedé dormido, soñé me llamabas,

Sentí tu reclamo, lloré en tu ventana,

Te tuve en mis brazos para siempre amada.

Perdido en la selva, flor de chuchuasa,

Fuerza y capinuri hicimos diez ramas.

 

Tus hijos, tus ramas, me dices,

Hicieron estacas que están bien sembradas.

Ahora es su turno, de crear las vallas,

Proteger jardines, levantar murallas,

Tú hiciste lo tuyo, les diste tu savia,

Les diste las luces de tu alma.

 

Perdido en el sueño el cóndor me llama,

Al nido olvidado allá en el Mojanda,

Veo un hombre viejo que tiende sus alas a la luz que avanza,

A darme el encuentro, tenderme sus manos, marinas y dulces,

Llenando mis ojos de música y magia.

 

Mi Viejo me llamas,

Ven dentro a mi pecho que por ti se abrasa,

Ahora somos viento, sube a la montaña,

Ven alma de mi alma, duerme en mi regazo y por fin descansa.

 

               

El autor

José Almeida Rodríguez

Nací en la Tola, legendario barrio quiteño. La escuela la hice con los Hermanos Cristianos en Cotocollao, la secundaria en el Gonzaga con los Jesuitas y la universidad en la Politécnica Nacional en donde me gradué de Ingeniero Químico.

Trabajé por 10 años en mi profesión. En 1986, la vida me llevó al Japón, en donde pasé 21 años enseñando español e inglés. allí conseguí mi maestría en TESOL, en la Universidad de Temple en su campos en Tokio y desde el año 2007, enseño español e inglés en Colorado, Estados Unidos.

La poesía llegó temprano junto con la música, a través de la radio. No concibo música sin poesía y esta debe traer cadencia y ritmo.

La escuela y el colegio también ayudaron, poco a poco descubrí que los libros hablan y liberan, así aprendía a vivir en los espacios abiertos, sin límites para la imaginación.

La mujer llegó e igual que a todos, me tomó de la mano y me hizo conocer mundos nuevos que se entienden mejor explicados en verso.

Finalmente la vida, cuando más lo necesitaba, me empujó a escribir para comprenderla, desafiarla y aceptarla.

La poesía es ayuda, compromiso, emoción y duda; me ayuda a verme y aceptarme, y finalmente, cuando se ve escrita, me libera porque ya no me pertenece.

 

Tomado del libro: Siempre caigo de pie... Por eso vuelo, Editorial Pura Imagen, Taller Cultural Retorno, 2011

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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