Acuérdate de mí también

cuando llegues al paraíso;

échame una mano,

un pedazo de pan,

unas gotas de lluvia,

las estrellas que te sobren;

déjame una playa donde

pueda morir con sol y todo,

y una flor que me diga

si es de noche o es de día…

Solo eso te pido, viejo

amigo de las cosas simples.

 

 

COMENTARIO DEL TEXTO POÉTICO

Dorys Rueda

Enero, 2025

 

Este poema ofrece una reflexión profunda sobre los aspectos más esenciales de la vida humana, abordando la amistad, la simplicidad, la trascendencia y la aceptación de la muerte. A través de un lenguaje delicado y simbólico, el yo lírico solicita a su "viejo amigo de las cosas simples" que lo recuerde en el paraíso, lo que enfatiza la naturaleza de las relaciones humanas que perduran más allá de la vida, no a través de gestos grandiosos o logros materiales, sino en la riqueza de lo cotidiano y lo sencillo. La repetición, mediante la anáfora de "déjame," acentúa la importancia de estas peticiones humildes, haciendo que cada uno de estos pequeños actos tenga un peso profundo y simbólico. Cada repetición nos invita a ver lo simple no solo como un deseo, sino como una necesidad existencial que refleja la autenticidad de los lazos humanos más verdaderos.

El poema también se adentra en la cuestión de la trascendencia, en la esperanza de que el amor y las relaciones puedan sobrevivir más allá de la muerte. Esta petición de ser recordado no es una súplica desesperada, sino una afirmación de que el lazo entre las almas no se disuelve con la desaparición física. A través de imágenes como "las estrellas que te sobren," el hablante apela a lo inmaterial, sugiriendo que la luz y la energía del ser pueden continuar iluminando el mundo, aún cuando la presencia física haya partido. Esta metáfora no solo evoca una permanencia cósmica, sino también una conexión profunda y trascendental que va más allá de las limitaciones de la vida terrenal.

Al mismo tiempo, el poema nos recuerda la belleza intrínseca de los elementos más simples de la vida. A través de la metáfora de "unas gotas de lluvia" o "un pedazo de pan," el yo poético nos insta a redescubrir lo esencial, esas cosas que, aunque humildes, están cargadas de significado. En lugar de desear riquezas o placeres efímeros, el poema nos recuerda que los momentos más valiosos son aquellos en los que compartimos lo básico, lo común, pero lleno de humanidad. Esta reflexión subraya que la verdadera plenitud no reside en lo material, sino en la conexión genuina con lo que nos rodea, lo que nos une y nos da sentido en un mundo fugaz.

La actitud serena del hablante hacia la muerte es otro aspecto fundamental. Al pedir "morir con sol y todo," el yo poético no está pidiendo evitar la muerte, sino aceptarla con paz, en un contexto natural y armonioso. La muerte, lejos de ser un tema de temor o tristeza, se presenta como una continuación del ciclo natural de la vida, una transición tranquila hacia un nuevo estado. Este enfoque revela una sabiduría serena, una aceptación de lo inevitable, sin renunciar a la belleza que la vida ofrece incluso al final.

Por último, la solicitud de una flor que marque si es de noche o de día refuerza la relación entre la vida, el tiempo y la permanencia. El yo lírico busca en la flor, un símbolo de la naturaleza, una manera de seguir siendo parte de ese flujo eterno, un deseo de que su presencia, aunque ausente, permanezca ligada al ciclo natural del mundo. Esta imagen conecta lo físico con lo trascendental, reflejando un deseo de seguir existiendo de alguna forma, incluso después de la muerte, en la memoria, en el recuerdo y en la continuidad de la naturaleza misma.

El impacto de este poema en el lector es profundo y evocador. La simplicidad de sus peticiones genera una resonancia emocional que nos conecta con nuestras propias necesidades esenciales: la búsqueda de amor, el deseo de trascendencia, la aceptación de la muerte y el reconocimiento de lo que realmente importa en nuestras vidas. Al leerlo, el lector se enfrenta a una meditación sobre la vida misma, invitado a reflexionar sobre sus propias relaciones, sus propios deseos y la manera en que se enfrenta a la inevitabilidad de la muerte. La belleza del poema radica en su capacidad para evocar un sentido de serenidad y paz.

 

DEL VERSO A LA LEYENDA

 

 

El tránsito del verso a la leyenda se presenta como un viaje en el que la poesía y la narrativa se fusionan para desentrañar las complejidades del ser humano y lo trascendental. Mientras que el verso, con su forma compacta, capta las emociones más profundas y las plasma en imágenes y pensamientos, la leyenda amplifica esas emociones, transformándolas en historias que rebosan de significado y unen lo humano con lo sobrenatural. Ambas expresiones tienen la capacidad de abordar lo inalcanzable, de transmitir aquello que no se puede ver ni tocar, pero que se experimenta con gran intensidad. En este camino, lo poético se convierte en un puente hacia lo narrativo, donde los mitos y los sentimientos se entrelazan, dando forma a un universo en el que lo eterno y lo inexplicable adquieren su propia voz.

El poema "Solicitud" de Jorge Ampuero Vacacela, con su tono contemplativo y sus peticiones sencillas, se conecta profundamente con leyendas ecuatorianas como la de La Muerte, un relato de la provincia de Imbabura, que ilustra cómo los seres humanos pueden vivir con la aceptación de lo simple y esencial. En este relato oral, un anciano, cansado de la vida, se queja de su destino, lamentándose por su falta de salud, dinero y compañía. La queja constante del anciano, ante la cercanía de la muerte, refleja una lucha interna similar a la que se aborda en el poema de Ampuero, donde el hablante busca lo esencial: ser recordado, estar en paz y vivir lo simple. El deseo del viejo de "vivir un poquito más" puede compararse con la solicitud del poema de tener un pedazo de pan o unas gotas de lluvia, pues ambos personajes, aunque atrapados en la desesperación, buscan una conexión profunda con lo que es genuino y simple en la vida, incluso ante la inminencia de la muerte.

Cuando la muerte finalmente se aparece ante el anciano en la leyenda, le ofrece una lección: "De aquí en adelante, no vivirás para lamentarte de lo que no tienes, te conformarás con tu suerte, con lo que tienes." Este mensaje es paralelo al tono del poema, que no pide riquezas ni grandes gestos, sino la aceptación de lo que realmente importa en la vida: lo simple, lo cotidiano, lo que está a nuestro alcance. La petición de "morir con sol y todo," del poema, refleja esa misma serenidad que se impone en la leyenda, cuando el anciano es finalmente confrontado por la muerte y debe aceptar su destino. De igual manera, el poema nos invita a encontrar paz en las pequeñas cosas y a aceptar el flujo natural de la vida y la muerte, sin temor, sino con una aceptación profunda de lo que somos y lo que tenemos.

La muerte en la leyenda, al igual que el deseo del yo lírico en el poema, nos recuerda que las cosas simples tienen un valor inmenso. No se necesita más que lo esencial: una flor que marque el paso del tiempo o el sol que nos acompañe al final, simbolizando la conexión con la naturaleza, con la vida misma. Ambos textos resaltan que la verdadera plenitud no se encuentra en lo material ni en lo extraordinario, sino en lo que es más cercano a nuestra esencia humana.

 

 

 

Jorge Ampuero Vacacela nació en la hacienda Los Álamos, del cantón Naranjal, el 12 de enero de 1970. Pequeño aún partió con su familia a Guayaquil, ciudad en la que egresó en la carrera de periodismo e hizo la mayor parte de su vida profesional. 

Trabajó en Diario Expreso, primero como corrector de pruebas y después en las secciones Internacional y Cultura, siendo este último espacio el que le daría la oportunidad de encontrar su verdadero oficio: cronista cultural.

Posteriormente, colaboró con Diario El Telégrafo, en la renombrada sección Retrato y haciendo crónicas de viajes. Por un breve periodo trabajó en El Diario, de Manabí, El Mercurio, de Cuenca, y colaboró con la revista Mundo Diners.

 Actualmente dedicado a la agricultura, se da tiempo para "escribir, leer y tratar de interpretar la vida sin que haya muertos ni heridos", según su propia definición.

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
  • mailelmundodelareflexion@gmail.com
  • mapOtavalo, Ecuador, 1961.

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