CARTA A MI PADRE
Ahora que habitas en el infinito
juegas con astros de diferentes galaxias,
cuando trabajas con soles y lunas
disfrutando los recuerdos vivenciales
de la familia alegre en torno a tu ser
del ejemplar amor eterno de nuestra madre,
tú: imponente, maravilloso y comprensivo
con autoridad, sabiduría y gentileza
orgullo de tu prole: hijos y nietos y demás,
ratificamos a diario nuestro amor eterno.
Extraño en todos los instantes de mi vida
tu compañía consejera y ejemplar
con ese caminar calmado pero constante
con el sosiego que brinda la sabiduría,
amigable enseñanza de misterios cabalísticos
alquimista de soles y de lunas
de metales y de gemas preciosas
solamente ver tu grandiosa vida
que se refleja en tu sencillo transitar.
Humildad de saberes consagrados
los pies siempre dando pasos firmes
aunque camines en terrenos inseguros
en permanente contacto con la tierra
pero siempre mirando al cielo
con la mirada al azul infinito
empujando los más caros sueños.
Recuerdo mis primeros pasos de tu mano
caminando seguro por alegóricos senderos
me hacía difícil alcanzar tu ritmo,
luego con orgullo juvenil caminé de tu brazo
por calles, parques y plazas importantes,
también caminamos como grandes amigos
juntos por avenidas solariegas
orgullosos exhibiendo magnas sonrisas,
luego para pasear te apoyaste en mi brazo
tus andares necesitaban un tercer apoyo
ese fui yo, con amor soporté tu humanidad,
pero siempre caminamos juntos los dos
no nos importaron estaciones
ni respetamos temporales
aún hoy siento tu caminar conmigo,
andariego de la vida,
caminante de saberes.
De ti aprendí a leer con imaginación abierta
a interpretar los conciertos de las letras
con sus sinfonías culturales de consejos
de luces armónicas que parpadean
con los vientos y bailan con el trino
de aves enamoradas que se embriagan
con el néctar de las flores de la vida,
aprendí a comprender la organización mundana,
el respeto a todo ser humano,
el amor a la madre por sobre todo,
la importancia de la lealtad familiar,
a apreciar la nobleza de amigo sincero,
a amar la libertad como el tesoro
más importante de todo ser humano
pero con las obligaciones morales
de querer a la vida y trabajar con pasión
en aquello que amamos hacer
para conjugar la solidaridad global
compartiendo el pan, la sonrisa y
la sabia oración del amor fraternal.
Me enseñaste a amar como es debido,
con el infinito respeto a la mujer amada,
es preferible soportar un desengaño amoroso
antes que hacer daño a un noble espíritu,
prefiere siempre sufrir en cosas del amor
antes que en causar daño a dama alguna.
Jamás un clavo sacará a otro clavo,
ya que los muebles finos se fabrican
sin utilizar clavo alguno,
en tanto que el amor es la construcción
de relicarios y cofres finos
con madera que se abraza
y jamás se desprende ni deshace.
Aprendí a amar la naturaleza y el campo,
a la tierra magnánima y pródiga en darnos vida
porque los alimentos son la vida con sus
sembríos generosos que decoran la campiña,
al agua de los ríos, de lagos y de fuentes
que también es vida y debemos protegerla
al aire puro que es la energía de todo ser vivo
al fuego como el centro del calor de vida
y la manera de trabajar
para depurar la tierra.
Me enseñaste a procurar el pan diario
para el amado y noble hogar
a trabajar con honor y amor
a desempeñar labores honradas
a sacrificar placeres para cumplir
obligaciones y compromisos,
a saber que la función vital es laborar
que quien trabaja es digno
no interesa sus funciones
sino la grandeza de su creación.
El trabajo físico crea tangibles
el obrero intelectual crea cultura
modela el desarrollo de la sociedad
alimenta al espíritu humano.
Siempre te sentiste orgulloso de tu prole,
en la práctica de los deportes y de las artes,
a pesar de no destacar en ninguno de ellos,
para ti, lo importante era hacer sentir
tu admiración del esfuerzo desplegado.
El sano orgullo que nos enseñaste sentir
de las cosas más sencillas de la vida
especialmente de nosotros mismos, de tu gente,
siempre unidos, sanos y fuertes, dijiste;
solidarios y respetuosos, disculpando errores,
calmando desavenencias, limando asperezas,
nos enseñaste a caminar por la senda del bien
movidos por el amor, solamente amor.
Sigo caminando contigo
a diario me acompañas a todo lado
no me sorprende tu constancia
siempre fuiste así, un gran compañero
acompañante en cientos de batallas
en luchas diarias y quebrantos de salud
siempre presente con tu sano optimismo
dando ánimo y fortaleza para superar
obstáculos, tropiezos y caídas
con gran certidumbre y la sonrisa
de un ganador de la vida
de un triunfador de mil batallas
de un héroe anónimo
de un líder innato y natural.
En el orden natural de la vida
partiste de entre nosotros
en un viaje al infinito, al oriente eterno,
donde siempre tendrás la luz del sol;
como me enseñaste: caminaré pausado
a encontrarte padre mío para trenzarnos
en un abrazo eterno allá en el infinito.
Fernando Larrea Estrada.
Quito, lunes 18 de enero de 2021.
Portada: https: http://la-best-damn-musique.blogspot.com/2010/07/mi-padre-aquel-viejo-amigo.html