La loca me miró a través de las rejas y sonrió. Era joven y hermosa y soñé con hacer mía a aquella mujer después de rescatarla de la obscuridad. Volví una y otra vez, pero el médico me dijo: «Es incurable». La miraba y me dolía su hermosura y su sonrisa de niña confiada. Mi sueño de curarla y tenerla se hizo trizas, pues ella nunca sería cuerda. Sin embargo, ahora somos felices. Yo me volví loco, estamos juntos.
Mario Nicolás Halley Mora
Paraguay, 1926-2003
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