LA PRINCESA DEL ITCHIMBÍA

Por: Oswaldo Rivera Villavicencio

 

El centro cultural Itchimbía, hermoso mirador de la capital, a dos mil metros de altura, es hoy Palacio de Cristal, cuya imagen proyectada se debe a los vidrios de diez milímetros colocados en paredes y ventanas. Refleja soñolientos espacios por los cuales se observan los rincones de Quito, armonizándose el pasado y el presente.

Abarca escenarios para actos culturales de teatro, danza, conferencias, presentaciones artísticas, eventos académicos, números folklóricos, incluyéndose parqueaderos y otros servicios. Permite disfrutar los contrastes de la ciudad, los caminos del sol, sus épicas laderas, sus piedras y las colinas, auténticos recados de los Andes.

Desde épocas remotas los Quitus dominaron las alturas. Eran sabios y astrónomos, cultivadores del maíz y conservadores de mitos y aves atractivas como el cóndor y el colibrí y de variadas hierbas medicinales para vencer las enfermedades.

El sol era parte de la fisonomía de la ciudad y sus habitantes legaron la energías cósmica o quinta esencia de gran alma denominada “mana” que acariciaba las brechas de los Andes sobre un fondo de estrellas fluyentes por las vértebras de luz en busca de cristalinas esperanzas.

El Centro Itchimbía rodeado del Panecillo o Yavirac, El Placer, el huanacauri (San Juan) y otras colinas que desde el fondo azul y el camino del sol, permitían recordar a los grandes señoríos que salvaguardan sus tierras, congregándose en medio de vasijas, armas de piedra, bronce y del maíz tostado a fuego lento. Sus casas eran sencillas y acogedoras.

Itchimbía significa neblina del camino de altura y cuenta la leyenda que una princesa india llamada Sumag, a pesar de ser resguardada por los súbditos, perdió su sendero, transformado en nubes espesas. La angustia aumentaba cuando el cielo oscuro era ascua de ceniza.

Cargada su fardo suspiraba y gemía. Su boca era fruta temblando frente a las vasijas, a los nidos abandonados y arbustos acariciadores de pequeñas fuentes. Sumag era una liebre acurrucada.

Entre voces y búsquedas se aclaró el horizonte, el rostro de la princesa del Itchimbía con esplendor imprevisto, ascendía junto a los pequeños árboles y los cántaros de oro que su morada reflejaba.

Al fondo de los patios, las nubes como animales de lana se perdían en el infinito. Los súbditos en medio de representaciones alegóricas agradecían al sol por el aparecimiento de la princesa.

Desde entonces, en el país de la Mitad del Mundo y de neblina del Itchimbía, las personas se comunicaban con el Yavirac, el Huanacauri y los observatorios astronómicos o aras equinocciales para que mejoren los tiempos de siembras y de cosechas.

Añade la leyenda que cuando Sumag pasaba coloreaban los frutos y una pequeña colina aumentaba su altura, se incrementaban los cereales, los arbustos y el maíz.

Hasta ahora, aparece el rostro de Sumag en los horizontes absorbiendo las nubes y la savia vegetal. Su rostro es un lienzo con lluvia y el suelo seco un corazón de tierra y adobe coronados de colibríes.

En la colina memorable el sol marca su rostro y la leyenda se extiende con el viento consumiendo la hojarasca y el temblor del nido de pájaros. Cuanta riqueza oculta la civilización andina. Nuestro Itchimbía con su semblante cósmico sonríe a la ciudad de Quito, afirmando su azul desparramado y asombroso.

Leyendas y Tradiciones Quiteñas, Quito, Sur Editores, 2008.

 

 

 
Portada:

https://www.ebay.com/itm/Indian-Miniature-Painting-Handmade-Princess-Watercolor-Portrait-Folk-Decor-Art-/202183014514

http://vivirecuador.com/newWpSite/arte-cultura-y-tradicion-en-la-colina-de-itchimbia/

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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