Profesor Reinaldo Murgueytio
HUAINARO YUYAYUC
(Jefe racional)

Cuando Atahualpa entró en territorio de los  Puruháes, que siempre habían dado motivos de inconformidad y de rivalidad con todo lo que era extraño a su  agrupación y a sus intereses, se encontró con que dos  jóvenes de la nobleza se disputaban el derecho de ser curacas.

El más arrogante de ellos decía que el gobierno local le correspondía, porque su padre acababa de ejercerlo, que su familia era noble y los varones habían tenido el mando, que según las costumbres establecidas y una revelación divina manifestada a uno de sus antepasados, destinaba al mando y sus prerrogativas a esta familia y que era rico como se podía juzgar por su vestido, casas y mujeres.

Hubiera continuado hablando y exponiendo razones si Atahualpa no hubiera concedido la palabra al  otro aspirante, quien, con la modestia de su talento  de sus virtudes, dijo que él sólo aspiraba al gobierno como curaca por desear el bien de su pueblo maltratado por  los abusos e injusticias que se cometían y que los derechos que le asistían por parte de sus antecesores no los  tomaba en cuenta, porque el gobierno no lo iban a hacer los muertos, sino un ser viviente.

Atahualpa no hizo el menor gesto, ni movió un dedo de su mano durante estas explicaciones. Sólo miraba con aquella penetración de los filósofos que intuyen la verdad por encima de la palabra.

-He escuchado a los dos, dijo, y quiero probar cuál es el más apto para gobernar esta región tan hermosa y rica. El que sea más sabio de los dos verá en la esmeralda que llevo en la frente la imagen de una huaca, que si mira de frente inclinará la cabeza en señal de aceptación y si se presenta de espaldas significa que no debe ser Curaca.

-Observa bien, le dijo al primero, y cuéntame lo que veas. El vanidoso gritando dijo: Ahí está la imagen, ahí está de frente, ahí me sonríe, es la Huaca de mis padres, ahí está…soy el Curaca por derecho.

-Ahora tú, joven silencioso, ¿qué ves?, le interrogó Atahualpa.

-Yo, Gran Señor, no veo nada, veo sólo tus ojos que comprenden todo y tu frente serena que siempre piensa para hacer la justicia.

-Esta prueba es suficiente, pues sólo he apreciado una de las cualidades para ejercer el mando. Contesta tú que viste la Huaca, ¿por dónde has viajado y cuántos amigos tienes?

-Gran Señor, dijo, repitiendo el trato de su rival, yo he viajado mucho, he salido en cacería con frecuencia y mi brazo jamás ha errado, no sé lo que es miedo delante del puma. Amigos son todos los jóvenes de mi edad y de mi casta.

-¿Y tú?

-Mis amigos son los ancianos, porque ellos me dan consejos y con ellos medito en los tiempos pasados y en lo que dicen los astros. No conozco sino este lugar y jamás he matado ni un chucuri (comadreja).

Atahualpa, profundamente emocionado, pero sin demostrarlo, dijo a este último: Tuyo es el gobierno porque has sabido demostrar sinceridad y prudencia, dos bellas cualidades necesarias para hacer justicia con autoridad y para seguir con sabiduría.

Tú, joven, sigue cazando pumas y saltando cerros. Y cuando hayas recogido experiencia, aprenderás el arte de gobierno.

Y diciendo esto, alzóse de su asiento, para ordenar la consagración ritual del nuevo Curaca.

 Leyendas Ecuatorianas, Colección Ariel

Portada: http://lahistorianarradaatravesdelarte.blogspot.com/2014/06/el-oro.html

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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