Compilación: Gustavo Dávila Hidalgo
Versión 1
Los gagones son como unos perritos bien blancos y “pulchungos” (lanudos) que andan delante de los convivientes, cuando estos son parientes o compadres; aúllan y juegan abrazándose, es fácil cogerles; se les muestra el poncho haciendo una “miglla” (mantener extendido con los brazos, el poncho, la pollera o cualquier tela para recibir algo), cuando han saltado se les cierra y se les lleva a la casa; se les encierra en una tinaja y se les tapa con un “mediano” (pozuelo de barro vidriado), al día siguientes se les suelta y se les va siguiendo a ver dónde entran y así se descubre a los que viven mal. Dicen que cuando los gagones están encerrados, los cuerpos no pueden despertarse porque el gagón es el alma de estas gentes perdidas.
Versión 2
Los gagones son unos perritos negros con la pancita blanca bien “pulchunguitos”, que aparecen en la vecindad de la casa donde viven mal entre parientes o compadres, andan delante de los pecadores sin ser vistos por ellos, aúllan así: “gagón, gagón” y la hembra “gagona, gagona”. Se revuelcan en el suelo abrazándose, salen después de las 10 de la noche. Cuando ven al cristiano pronto desaparece. Dice “yo les he visto con mis ojos que han devolver tierra, cerca de la casa de la N. N. que vivía mal con el tío”.
Una mujer vivía con el cuñado y todas las noches se oía a los gagones. Un día el vecino le cogió a la gagona y le colocó en una tinaja. Al día siguiente le fue a ver, la encontró muerta, luego supo que la vecina había amanecido muerta también, todo el cuerpo negro como condenada. Dice “yo llegué a conocer a la hija de la gagona, se casó pero no pudo tener hijos, porque dicen que esa es la maldición”.
Mitos y Leyendas Ecuatorianas, Compilación, Colección Ariel, 2015