EL ESCALAFÓN
-¿Qué clase de instrumento será este? -comentan preocupados los metales.
-Ni idea -dicen las cuerdas.
-Pregúntale al violín, que siempre anda de un lado para otro -sugiere con una pizca de envidia la guitarra.
-De un lado a otro, pero no de mano en mano -dice orgulloso el violín.
-¿Qué es el escalafón? Preguntan a coro los vientos, para evitar discordias.
-¿Por qué?
-La viola ha escuchado una discusión sobre el instrumento: las escalas, los matices, los colores, los tonos y contrastes del escalafón, y no sabemos qué clase de instrumento puede ser -cuentan los metales.
SÍ, añade la viola, y además he visto algo que debe ser una partitura o un tratado: lo llevaba el director. Leí su título en letras negras y grande: EL ESCALAFÓN.
El violín se ríe como en pizzicato, con delicada ironía.
-Madame…dice con extrema cortesía a la viola, que viene de las mismas manos que él y de la misma añorada Cremona.
-¿Qué? -pregunta altanera ella.
-Es solo un reglamento de ascensos de los maestros músicos de la orquesta. Un instrumento legal, como lo llaman. Y como nota la silente turbación de la viola y el rumor del conjunto de instrumentos, añade: “Cosas de humanos, madame”.
Y lo dice con una grave sonoridad digna de un violonchelo, y capaz de cortar de raíz cualquier naciente murmullo instrumental.
Minimalia: cien historias cortas, Editorial El Conejo 2005.
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