La leyenda del Carbunco es una historia que se ha transmitido en mi familia de generación en generación. Mi padre, Don Ángel Rueda Encalada, me la contó en 1985. Él, a su vez, la había escuchado de su hermano, quien fue el protagonista de este curioso suceso. Al contarla, mi padre incorporó un lenguaje popular que no solo enriqueció el relato, sino que también me permitió entender la profundidad cultural de la tradición oral ecuatoriana.
Desde pequeña, crecí escuchando cómo los refranes y dichos populares forman parte de la vida cotidiana, no solo como simples expresiones, sino como elementos que nos conectan con nuestra identidad. Al relatar esta historia, mi padre integró estos refranes de manera natural, como quien teje una narración que no solo informa, sino que también ofrece una visión del mundo, un espejo de nuestra sabiduría ancestral.
Uno de los refranes que mi padre utilizó para comenzar el relato fue: "Cuando el río suena, agua lleva". Esta expresión, que introduce lo extraño y sobrenatural de la leyenda, me hizo pensar en cómo las leyendas no surgen de la nada, sino que están llenas de presagios y señales que nos invitan a prestar atención. En este caso, mi padre, al citar el refrán, nos preparaba para la historia que venía, como si nos advirtiera que algo fuera de lo común estaba por suceder.
La leyenda del Carbunco, que narra la aparición de un perro diabólico con una estrella en su frente, me llevó a reflexionar sobre nuestra relación con lo desconocido y lo inexplicable. Este perro, con su mirada penetrante y su luz cegadora, personificaba todo aquello que escapa a nuestro control y comprensión. A través de la historia de mi tío y su encuentro con el Carbunco, y el momento de angustia en el que recuerda el refrán "A Dios rogando y con el mazo dando", comprendí que nuestras tradiciones no son solo relatos fantásticos, sino también valiosas lecciones sobre cómo enfrentar nuestros miedos y adversidades.
Los refranes, lejos de ser meros adornos literarios, se convierten en guías que nos orientan en momentos de incertidumbre, brindándonos fuerza y motivación cuando el miedo nos invade. Esta sabiduría popular, transmitida a través de historias como la del Carbunco, se mantiene viva en la memoria colectiva de un pueblo, recordándonos que las lecciones más profundas y valiosas suelen encontrarse en lo más sencillo.
Dorys Rueda, Reflexiones personales, 2025