Por: Dorys Rueda
Helena de Esparta es otra historia que alude la obra de Eurípides.
Helena de Esparta
Helena de Esparta, desde niña había sido extremadamente bella. Cuando estuvo en época de casarse, atrajo la atención de muchos pretendientes que llegaron a Esparta, de todas las regiones de Grecia. Tindáreo, padre mortal de Helena, pidió a los aspirantes a su mano, que prometieran dos cosas: respetar la elección de la joven y en caso de que alguien, en el futuro, quisiera disputarla, la promesa de ir en ayuda de quien fuera su esposo. Los pretendientes juraron y Helena eligió a Menelao, el hermano de Agamenón.
Un día, Helena y Menelao, reyes de Esparta recibieron amablemente a Paris, hijo de Príamo y Hécuba, soberanos de Troya. El joven, después de que Menelao se ausentara intempestivamente, enamoró a Helena y luego se la llevó con él.
Los pretendientes fieles al juramento, al frente de sus propios ejércitos, se unieron a Menelao, formando una gran flota griega que debía partir rumbo a Troya.
Argumento
La flota griega, comandada por Agamenón, jefe del ejército griego, se encuentra detenida en el puerto de Áulide, esperando vientos favorables para marchar a la guerra de Troya.
Calcante, el adivino, pronostica que habrá vientos, si Ifigenia, la hija de Agamenón y de Clitemnestra es sacrificada en honor a Artemis (Diana), la diosa de la caza.
Agamenón, con el pretexto de casarla con el gran Aquiles, envía un mensajero para que traiga a la joven a Áulide. Pero más adelante, reflexiona sobre su rol de padre, se arrepiente y ordena a su anciano esclavo que lleve otro mensaje a su esposa Clitemnestra, cancelando su primera disposición. Sin embargo, su hermano Menelao, lo impide. Intercepta al anciano y le arrebata la misiva. Luego se enfrenta a Agamenón, reprochándole su proceder.
Ifigenia termina por llegar al puerto, en compañía de su hermano Orestes y de su madre, feliz por el presunto enlace. Clitemnestra, tras un encuentro casual con Aquiles, hace comentarios sobre el matrimonio, pero éste le dice no saber nada sobre los esponsales. Aparece, entonces, el anciano esclavo y les revela que el rey hizo venir a Ifigenia para inmolarla. Aquiles, molesto, se compromete a salvar a la joven. Mientras que la madre enfrenta a Agamenón y trata de persuadirlo.
Finalmente, Ifigenia conoce la verdad. Ruega e implora al padre, apelando a la familia. Agamenón, en cambio, responde sus súplicas, apelando al deber, como jefe del ejército griego. La joven, consciente de que Aquiles tendrá inconvenientes graves, si intenta salvarla, rechaza la ayuda del semidiós y toma consciencia de todo lo que está en juego. Pasa entonces, del rechazo a la aceptación, del miedo a la valentía y acepta voluntariamente su sacrificio, para que la flota griega pueda partir a Troya, para que tome venganza por el rapto de Helena, para que su pueblo recupere el honor perdido.
Cuando la joven está en el altar, a punto de ser sacrificada por el sacerdote, la diosa Artemis se compadece de Ifigenia y la salva, colocando a una cierva en su lugar.