EL BASILISCO
María Belén Alemán
Argentina: 1960
Es invierno en mi ciudad y parece que nada alterará mi rutina de este frío domingo. Mi heladera casi vacía me dice que me convendría almorzar afuera, pero los cinco grados me acobardan. Hay huevos y queso, además de un yogur vencido y un pedazo de tortilla de espinaca. Elijo los huevos y el queso. Un omelette es una buena opción. El primer huevo que rompo me sorprende sin su yema. En la gelatinosa clara se mueve algo así como una mínima víbora, una rara arañita. No me gusta nada su aspecto. Tendría que tirarlo pero me hipnotiza su lento danzar en la acuosidad pegajosa. En un instante, la viborita se convierte en un horrible bicho semejante a una iguana, un camaleón, una lagartija con un enorme ojo sin párpado que me paraliza. Me doy cuenta de lo que ocurre demasiado tarde y no tengo un espejo a mi alcance para repeler su mirada.
Desde entonces ando reptando paredes. Me escondo en los rincones, entre los escombros y observo con mi ojo ciclópeo. Cuando alguien me descubre se persigna y huye espantado. No vaya a ser que mi desgracia lo alcance… aunque no entiendo por qué, si dicen que todo es puro cuento, una leyenda… que no existo…