ANÉCDOTA 4

PRODIGIO DE LA DOLOROSA”
 
DIVIDIÓ A LOS QUITEÑOS
 
 
 
“PARPADEÓ LA VIRGEN”, DIJERON LOS CATÓLICOS
 
–“INVENTO CURUCHUPA”, REFUTARON LOS ROJOS
 Por Jorge Rivadeneira
 

Conservadores versus liberales, azules contra rojos, curuchupas frente a macheteros volvieron a calentar sus lenguas en 1906. Luego del regreso del “Viejo Luchador” –Eloy Alfaro- al solio de Carondelet, tras un rápido golpe militar que se inició el 1 de enero en Riobamba.

La división entre quiteños fue mayor, pese a los esfuerzos de los sectores moderados. Los planteles más representativos de la derecha y la izquierda fueron en esos tiempos el Colegio San Gabriel, de los jesuitas, y el Colegio Mejía, laico. Con el respaldo militar, Alfaro no tardó en consolidarse en el mando.

De pronto, a las 20 horas del viernes 20 de abril de ese movido 1906 comenzó a circular un rumor por el templo y los corredores del plantel sangabrielino.

-Parpadeó la Virgen Dolorosa.

-Un prodigio.

-Lo vieron Jaime Chávez Ramírez y Carlos Hermann.

Cuando la novedad salió a las calles no tardó en dar paso a las emociones, pero también a las inquietudes, las exageraciones, las dudas y hasta las protestas.

-No es verdad. Es una estrategia de los curas. Quieren decir que la Virgen lloró por la presencia de los liberales.

El gobierno alfarista no quiso opinar con estridencia. Se comentaba que la esposa del general Eloy Alfaro, doña Ana Paredes, era devota de la Dolorosa. El Jefe Supremo no quería radicalizar las confrontaciones, tanto que –entre otras cosas-apoyó la fundación del Banco del Pichincha.

Pese al anuncio del milagro, el prodigio a la farsa dio paso a choques ideológicos y a las más diversas apologías y acusaciones.

La voz de los testigos

El estudiante guarandeño de 11 años, Jaime Chávez Ramírez, fue el primero en afirmar que la imagen del cuadro de 52 x 40 centímetros abría y cerraba los ojos y mostraba signos de animación.

-Sí, miré casualmente el cuadro y vi que la Virgen movía los párpados. Creí que era una ilusión. Volví a mirar y comprobé que en verdad abría y cerraba los ojos sino que mostraba signos de admiración.

Jaime Chávez Ramírez dijo que, sorprendido, se cubrió los ojos con las manos y avisó a su compañero Carlos Hermann –nacido en Quito, de ascendencia alemana –quien también vio con sorpresa el prodigio completo. Ambos se arrodillaron y rezaron un padrenuestro y una avemaría y llamaron a otros niños.

Estos se acercaron incrédulos y burlones, pero luego –según Chávez- observaron con asombro el suceso e informaron a los religiosos jesuitas.

La imagen era una de las tres litografías traídas de Francia y colocadas a 82 centímetros del suelo.

Chávez animó su descripción afirmando que los niños gritaban “ahora cierra, ahora abre” (los ojos).-

 

Choques religiosos

 

El suceso fue un impacto, con versiones afirmativas y negativas. Un episodio más de la guerra religiosa que vivía el Ecuador a partir de 1895, luego del triunfo de la Revolución Liberal liderada por el general Eloy Alfaro.

Una parte de la ciudad y del país celebró el suceso y la iglesia Católica –especialmente el sector de los jesuitas- se encargan de difundirlo como milagro. Más tarde se usó la palabra prodigio y, sin duda contribuyó para las condenas a los “liberales masones”.

El liberalismo en el poder arremetió sobre todo contra los jesuitas, acusándoles de farsantes e inescrupulosos.

El doctor Jaime Chávez Ramírez, destacado como “el primer vidente”, fue hijo del doctor Polibio Chávez del Pozo, uno de los fundadores de la provincia de Bolívar y director del periódico Los Principios, que es mencionado como el primer diario que circuló en el Ecuador.

Otros testigos del suceso fueron el historiador Wilfrido Loor, manabita y conservador; Humberto Albornoz quien sería banquero liberal; el médico Pablo Arturo Suárez (un hospital quiteño lleva su nombre), el doctor Carlos Alarcón Mena, ferviente velasquista; Carlos Donoso Lasso, padre del general Jorge Donoso.

Estuvieron presentes en el suceso 33 estudiantes internos del Colegio San Gabriel y los religiosos Luis Alberdi, español, y Andrés Roesch, alsaciano.

El escritor Wilfrido Loor afirma que entre los alfaristas que se mofaron del prodigio, el más famoso fue un coronel Rosendo Uquillas, quien compuso un drama para ridiculizarlo.

“Pero –asegura- en la misma noche que el drama se representaba en Guayaquil (19 de mayo de 1907), Uquillas moría repentinamente por la bala de un disparo casual”.

¿Qué no se dijo sobre el “prodigio”?

 

 Tomado del libro: 60 Anécdotas Quiteñas, Ediecuatorial, 2014

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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