Por: Dorys Rueda
 

El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha es una novela de inicios del siglo XVII. Está enmarcada por la crisis económica  política y social que sufre España, y la creación y producción más esplendorosa  de la literatura española, llamada,  el Siglo de Oro español.

EL ESCRITOR

Miguel de Cervantes Saavedra, su autor, nace en Alcalá de Henares, en 1547.  Considerado hoy, como la figura más importante  de las letras españolas. Durante toda su vida sufrió penurias económicas, poco reconocimiento profesional y la reclusión en la cárcel.

Cuarto hijo del modesto médico Rodrigo de Cervantes Saavedra y de Leonor Cortinas, tuvo una infancia marcada por los problemas económicos.  No hay datos sobre los primeros estudios del escritor.

Con su familia viajó por varias ciudades, a donde su padre se trasladaba en busca de fortuna. Una de estas ciudades fue  Valladolid. Allí se presume que el joven inició sus estudios en un colegio de Jesuitas.  Pero la mala suerte no lo abandonó, su padre  fue encarcelado por deudas y sus bienes fueron embargados.

No se conoce con certeza si cursó o no la universidad, pero se cree que debió frecuentar las universidades de Henares y Salamanca.

En 1569 fue sentenciado a  prisión por haber herido en duelo a un  hombre. Una pena que se daba a quienes usaban armas en las proximidades de la residencia real.  Talvez éste fue el motivo para huir de España e instalarse en Roma. Más tarde ingresó a la milicia, participando, en la batalla de Lepanto, donde recibió un arcabuzazo en la mano izquierda que le inutilizó. De ahí viene el sobrenombre de Cervantes: “El manco de Lepanto”

En 1575, de regreso  a España, junto con su hermano, cayó  prisionero de los piratas turcos, que los  vendieron como esclavos. Después de cinco  años de cautiverio en Argel, fueron  rescatados.

A su regreso a España, después de más de una década de ausencia, encontró a  su familia  en una situación económica muy penosa. En 1584, contrajo matrimonio, trabajó en cargos públicos modestos, como recaudador de impuestos y comisario real de abastos, en diferentes ciudades del país. Su obra maestra El Quijote  no lo sacó de su miseria económica. Tampoco tuvo el reconocimiento de los escritores de su tiempo. Cervantes murió en 1616.

Entre las obras más importantes del autor están: La Galatea (Novela pastoril: 1585), El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605: primera parte 1615: segunda parte), Novelas Ejemplares (1613), Los trabajos de Persiles y Segismunda (obra póstuma: 1617),

EL CONTEXTO

El Renacimiento del siglo anterior es la base para el desarrollo científico y artístico que se produce en el siglo XVII. Hay producción, en lo científico, filosófico y en las artes. El Renacimiento también culmina en el Barroco, un arte nuevo que se caracteriza, en todas las manifestaciones artísticas, por su exuberancia decorativa, la pomposidad y  cargazón de elementos barrocos. Es una época donde comienzan algunas luchas religiosas

En lo social, España vive  la ruina económica, hay una creciente pauperización del pueblo. El desaliento moral reina en todos los estratos. Los ideales renacentistas, sobre el hombre y el mundo, en completo equilibrio se derrumban. La  política interior es azotada por la inercia y la corrupción.

El imperio venido a menos pierde su hegemonía y Francia surge como la nueva potencia europea.

Los escritores asumen esta crisis de distintas maneras. Unos se evaden de la realidad a través del arte y de la mitología (Góngora); otros, se burlan de la realidad (la novela picaresca), exponiendo temáticas sobre la vanidad del mundo y la fugacidad de vida (Calderón de la Barca); y hay quienes critican los defectos y vicios de la sociedad, en lo político y en lo religioso.

El grupo de autores de este período de apogeo de las letras españolas es numeroso. Mencionaremos algunos de ellos: Fray Luis de León: poesía y prosa (1527-1591); Mateo Alemán: novela (1547-1615);  Miguel de Cervantes Saavedra: poesía, novela y teatro (1547-1616);  Luis de Góngora y Argote: poesía (1561-1627); Lope de Vega: poesía y teatro (1562-1635); Francisco de Quevedo y Villegas: poesía, prosa, teatro (1580-1645); Pedro Calderón de la Barca: teatro (1600-1681); y Sor Juana Inés de la Cruz: poesía, teatro (1651-1694)

LA OBRA

El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha es la primera novela moderna que aparece en la literatura española.

Pretendemos aproximarnos a la obra, para que los estudiantes de secundaria  la conozcan y aprendan a disfrutar del libro.

La crítica del texto, desde su aparición,  ha sido diversa. En su tiempo, la obra no fue estimada ni comprendida por sus contemporáneos, quienes la concibieron como una parodia de los libros de caballería.
 
La crítica del siglo XVIII, en tanto, tildó al libro como una novela didáctica que pretendía corregir el gusto de la gente por los libros de caballería, mostrando mediante la sátira, los defectos de  la sociedad española.

Fue el Romanticismo el que inició la interpretación figurada o simbólica de la novela, dejando en segundo plano la lectura satírica. En el siglo XX, en cambio, se recuperó la interpretación jocosa del texto, sin dejar de lado su interpretación simbólica.

ESTRUCTURA

 La obra de Miguel de Cervantes Saavedra se publicó en dos partes:

La Primera  en 1605
La Segunda  en 1615

En la primera parte se realizan las dos primeras salidas del Quijote y en la segunda, la tercera salida del hidalgo.


TEMAS PRINCIPALES

El Quijote,  por su complejidad y riqueza admite diversos niveles de lectura y por tanto, interpretaciones distintas. Los temas son inagotables.

Hay varios temas que se desprenden de la obra:

 Tema 1

El enfrentamiento entre la fantasía y la realidad

 Tema 2

El quijotismo

 Tema 3

La locura

El tópico central gira en torno al choque entre fantasía y realidad.  Alonso Quijano cambia la realidad, ve el mundo bajo los ojos de su imaginación, mientras el resto de personas lo perciben  tal cual es. Al final de su tercera salida, se da una reversión,  el héroe  mira la realidad de manera objetiva, mientras Sancho insiste en el gobierno de la  ínsula. Justamente este choque entre fantasía y realidad hace de este libro, un texto entretenido.

Alfonso Flórez G., en el estudio de la obra, menciona al quijotismo, como tema principal de la novela. Alonso Quijano es un individuo quijotesco que persigue un ideal, busca transformar el mundo, hacerlo mejor. Como caballero andante defiende a los  débiles y necesitados y procura que no se culpe a los inocentes. Dentro del quijotismo también está Sancho que busca, a su manera,  reformar el mundo, cuando habla del modelo de gobierno  de la Ínsula Barataria.  

Alexander A. Parker, manifiesta que toda la novela se construye sobre la base de la acción recíproca de la locura del Quijote, por la cual el hidalgo se engaña a sí mismo y los demás le engañan a él. El Quijote transforma a una labradora en Dulcinea, combate a gigantes monstruosos y ve ejércitos en rebaños de ovejas. Sancho, en cambio, transforma a Dulcinea en una labradora, pero se queda perplejo cuando la duquesa le dice que esta labradora era ciertamente Dulcinea.  El Bachiller Sansón Carrasco se torna, primero,  en el Caballero de los Espejos o Caballero del Bosque. Luego, en el Caballero de la Blanca Luna. Dorotea se convierte en la princesa Micomicona, el duque transforma al mayordomo en la condesa Trifaldi y a su lacayo en Tosilos.

 MODERNIDAD DEL QUIJOTE

 La crítica actual reivindica a Cervantes como una figura fundamental en la historia de la literatura universal.  El filósofo y ensayista, José Ortega y Gasset (España: 1883-1955) señaló que que la obra de Cervantes   fundó la novela moderna.   Edward C. Riley, (México: 1923- 2001) dedicó casi medio siglo de su vida al estudio de las obras del escritor y  a  la influencia que sus libros tuvieron  en la literatura posterior hasta llegar a nuestros días.

Según Riley, en las obras de Miguel de Cervantes,  hay un compendio de teoría y crítica literaria, que en El Quijote, se observa directa o indirectamente en los diálogos, en la locura del héroe y en el móvil de su comportamiento.  

Cervantes somete su obra  a la autocrítica. En el  capítulo VI de  primera salida, el cura y el barbero, junto con la sobrina y el ama, realizan el escrutinio de los textos  de la biblioteca de Alonso Quijano. Enjuician a muchos libros de caballería. Salvándose de la  hoguera, por ejemplo, El Amadís de Gaula:

Lo mismo dijo el ama: tal era la gana que las dos tenían de la muerte de aquellos inocentes; mas el cura no vino en ello sin primero leer siquiera los títulos. Y el primero que maese Nicolás le dio en las manos fue Los cuatro de Amadís de Gaula, y dijo el cura:
 
-Parece cosa de misterio ésta; porque, según he oído decir, este libro fue el primero de caballerías que se imprimió en España, y todos los demás han tomado principio y origen déste; y así, me parece que, como a dogmatizador de una secta tan mala, le debemos, sin escusa alguna, condenar al fuego.
 
-No, señor -dijo el barbero-, que también he oído decir que es el mejor de todos los libros que de este género se han compuesto; y así, como a único en su arte, se debe perdonar.
 
-Así es verdad -dijo el cura-, y por esa razón se le otorga la vida por ahora. Veamos esotro que está junto a él.

Otros textos líricos,  por su gran valor literario, se salvan del fuego, como: La Araucana, de don Alonso de Ercilla; La Austríada, de Juan Rufo, jurado de Córdoba; y El Monserrato, de Cristóbal de Virués:

Que me place -respondió el barbero-. Y aquí vienen tres, todos juntos: La Araucana, de don Alonso de Ercilla; La Austríada, de Juan Rufo, jurado de Córdoba, y El Monserrato, de Cristóbal de Virués, poeta valenciano.
 
-Todos esos tres libros -dijo el cura- son los mejores que, en verso heroico, en lengua castellana están escritos, y pueden competir con los más famosos de Italia: guárdense comolas más ricas prendas de poesía que tiene España.

En el mismo capítulo, el cura, el barbero dan con  un ejemplar de Miguel de Cervantes: La Galatea. El cura manifiesta que ese escritor es buen amigo suyo y que su libro tiene algo de buena invención:

También el autor de ese libro -replicó el cura- es grande amigo mío, y sus versos en su boca admiran a quien los oye; y tal es la suavidad de la voz con que los canta, que encanta. Algo largo es en las églogas, pero nunca lo bueno fue mucho: guárdese con los escogidos. Pero, ¿qué libro es ese que está junto a él?
 
-La Galatea, de Miguel de Cervantes -dijo el barbero.
 
-Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos. Su libro tiene algo de buena invención; propone algo, y no concluye nada: es menester esperar la segunda parte que promete; quizá con la emienda alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega; y, entre tanto que esto se ve, tenedle recluso en vuestra posada, señor compadre.

Cervantes utiliza recursos y técnicas propios de la novela moderna, como el punto de vista,  que será llevado al extremo por escritores posteriores como el parisino Marcel Proust (1871-1922), el irlandés  James Joyce (1882-1941) y  la británica Virginia Woolf (1882-1941),  entre otros.  La novela no está narrada desde un mismo punto de vista. Encontramos  el punto de vista de Cervantes, de los distintos personajes, del posible escritor árabe Cide Hamete Benengeli y de los protagonistas de las historias que se intercalan.

Otra técnica literaria usada por Cervantes es la obra dentro de la obra. En el capítulo IX de la primera salida, Cervantes nos cuenta cómo se encontró con el manuscrito en árabe de El Quijote de la Mancha, escrito por Cide Hamete Benengeli, y cómo contrató a un traductor hasta que la obra fuera vertida al castellano:
   
Estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero; y, como yo soy aficionado a leer, aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación, tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía, y vile con caracteres que conocí ser arábigos. Y, puesto que, aunque los conocía, no los sabía leer, anduve mirando si parecía por allí algún morisco aljamiado que los leyese; y no fue muy dificultoso hallar intérprete semejante, pues, aunque le buscara de otra mejor y más antigua lengua, le hallara. En fin, la suerte me deparó uno, que, diciéndole mi deseo y poniéndole el libro en las manos, le abrió por medio, y, leyendo un poco en él, se comenzó a reír.
 
Preguntéle yo que de qué se reía, y respondióme que de una cosa que tenía aquel libro escrita en el margen por anotación. Díjele que me la dijese; y él, sin dejar la risa, dijo:
 
-Está, como he dicho, aquí en el margen escrito esto: "Esta Dulcinea del Toboso, tantas veces en esta historia referida, dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha".
 
Cuando yo oí decir "Dulcinea del Toboso", quedé atónito y suspenso, porque luego se me representó que aquellos cartapacios contenían la historia de don Quijote. Con esta imaginación, le di priesa que leyese el principio, y, haciéndolo ansí, volviendo de improviso el arábigo en castellano, dijo que decía: Historia de don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo. Mucha discreción fue menester para disimular el contento que recebí cuando llegó a mis oídos el título del libro; y, salteándosele al sedero, compré al muchacho todos los papeles y cartapacios por medio real; que, si él tuviera discreción y supiera lo que yo los deseaba, bien se pudiera prometer y llevar más de seis reales de la compra. Apartéme luego con el morisco por el claustro de la iglesia mayor, y roguéle me volviese aquellos cartapacios, todos los que trataban de don Quijote, en lengua castellana, sin quitarles ni añadirles nada, ofreciéndole la paga que él quisiese. Contentóse con dos arrobas de pasas y dos fanegas de trigo, y prometió de traducirlos bien y fielmente y con mucha brevedad. Pero yo, por facilitar más el negocio y por no dejar de la mano tan buen hallazgo, le truje a mi casa, donde en poco más de mes y medio la tradujo toda, del mesmo modo que aquí se refiere.

Otra técnica usada por Cervantes es la del contrapunto. Según José Montero Reguera (Universidad de Vigo), esta técnica usada por los novelistas modernos, como el estadounidense William Faulkner (1897-1962), se la encuentra con frecuencia en El Quijote. Por ejemplo en la novela del Curioso Impertinente,  las bodas de Camacho y la historia de Dorotea, entre otros.   


LOS PERSONAJES
 PERSONAJES PRINCIPALES


Don Quijote y Sancho Panza son los personajes centrales de la novela  que evolucionan con las aventuras y encuentros que tienen. Esta evolución es otra característica de la novela moderna.

Los dos personajes son opuestos y en sus andanzas hablan, expresan sus puntos de vista y fraguan una amistad basada en el respeto.

Alonso Quijano, Don Quijote  de la Mancha o  el Caballero de la Triste Figura  es un hombre que se nutre de los libros de caballería, donde abundan los castillos y los caballeros andantes que se baten a duelo y tienen contiendas. Un mundo donde los héroes defienden a los más débiles e idealizan el amor por  su dama.

Su imaginación transforma la realidad. Ahora, se ve a sí mismo como caballero andante. Se viste como tal y busca un nombre que desde ese momento llevará (Don Quijote), al que  agrega el lugar del cual proviene (La Mancha), como era costumbre en las novelas de caballería. Busca además un nombre para su flaco caballo (Rocinante) y  elige  a su dama (Dulcinea del Toboso), que en realidad es una rústica labradora, llamada Aldonza Lorenzo, que se convierte en la imagen de la mujer perfecta y  la expresión máxima de la hermosura. Por último, busca  un ayudante (Sancho Panza), porque todo caballero debía tener un  escudero que lo acompañara en sus aventuras.

Sale al mundo exterior,  que pretende  sea igual al que retratan las obras que ha leído. Se convierte en caballero andante, en  defensor de los débiles y necesitados.

Conforme transcurre la obra, sin embargo, este personaje un tanto ridículo, del que la gente se mofa y hace burla,  se vuelve complejo, se convierte en símbolo,  por  su comportamiento honesto, por sus ideales, por su  justicia y bondad.

Como caballero andante,  en la primera salida, Don Quijote, regresa triunfante a la aldea; en la segunda, retorna no muy contento (Ha sido enjaulado); y en la tercera, después de la derrota que sufre en la contienda con  El Caballero de la Blanca Luna, vuelve derrotado. El Quijote muere cuando llega al pueblo, recobra el juicio y  rechaza el mundo ficticio en el que ha vivido.

Sancho Panza: Bajo, regordete y poco preparado es lo opuesto al Quijote, alto, delgado y culto. Es un labrador vecino que impulsado por la ínsula Barataria que le promete el héroe, se vuelve escudero del Quijote y lo acompaña, montado en un asno.   

A diferencia del hidalgo, Sancho mira al mundo exterior con objetividad.  Es sencillo y bonachón y para dar a conocer lo que piensa, recurre a los refranes populares. Muchas veces no entiende los pensamientos de su amo, trata, sin embargo, de disuadirle para que no se meta en problemas.

No es un personaje interesado. Busca conseguir dinero, para dar lo que puede a su esposa e hija, para compensar su ausencia. Un ejemplo claro son los trescientos azotes que desencantarán a Dulcinea, donde Sancho consigue cierto dinero de su señor.

Conforme avanza la obra, se vuelve  coprotagonista de los hechos, en el amigo incondicional del Quijote.  Progresivamente asimila de él sus ideales. No sabe lo que significa una ínsula ni que las islas no están tierra adentro, pero ésta  se convierte en el sueño del personaje y la obtiene, cuando el duque, burlándose  del labrador  se la concede, nombrándole gobernador de Barataria. Cargo en el que dura alrededor de 7 días.

PERSONAJES SECUNDARIOS

 Hay un sin número de personajes secundarios que intervienen en la obra. Nos detendremos solo  en algunos:

El cura, el Barbero, el ama y la sobrina: Son personajes que sienten un afecto especial por Alonso Quijano,  buscan que el hidalgo vuelva a la cordura y acepte su condición.  No dudan en realizar tretas para conseguirlo, como expurgar los libros de la biblioteca, colocar un muro en ella o traer enjaulado al héroe.

El Bachiller Sansón Carrasco:   Es un joven graduado en Salamanca, que se acerca al Quijote para hablarle del éxito de la primera parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Se conmueve humanamente ante el personaje y cuando el hidalgo sale en busca de aventuras, trata de traerlo de regreso. La primera vez falla, como Caballero de los Espejos o Caballero del Bosque, pero resulta triunfador en la segunda ocasión, como  Caballero de la Blanca Luna,  logrando de esta manera, que el personaje retorne definitivamente al pueblo.

Los Duques: Son personajes que han leído la primera parte de la novela. Centran su atención en el Quijote y en  Sancho, para distraerse y burlarse de ambos.  Montan un  ambiente en su palacio a la manera de los libros de caballería.  Las burlas hacen que el hidalgo tome por ciertas sus propias ilusiones y que Sancho vea realizado sus sueños de grandeza, como gobernador de una ínsula.

¿POR QUÉ SEGUIR LEYENDO "EL QUIJOTE"?

Por: Albert Lladó

Se han dicho muchísimas cosas sobre El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (y su segunda parte) – la obra que ha hecho de Miguel de Cervantes el escritor español más internacional de todos los tiempos – pero lo que sorprende son todas las barreras, tanto temáticas como estilísticas, que derribó con su publicación.

Su originalidad, basada en gran parte en una perfecta mezcla entre un realismo no visto hasta entonces con una dosis de humor y sátira que gustó mucho a sus contemporáneos, aún sorprende hoy.

Lo cierto es que no es una obra de una sola lectura. Incluso, el hecho de que esté formada por dos novelas, potencia esta posibilidad de diferentes niveles de interpretación. Mientras que la primera, publicada en 1605, ayuda a centrarse más en la lectura humorística de la trama – con un Don Quijote loco que no para de meterse en líos surrealistas -, la segunda parte, publicada en 1615 (esta vez titulada El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha), va mucho más allá. No hay que olvidar que la publicación de la versión apócrifa de Avellaneda – publicada en 1614 – es aprovechada por el mismo Cervantes, en boca de su protagonista, para jugar con ello y salir así del marco narrativo para realizar referencias extratextuales.

Mucho se ha hablado, también, de la posibilidad de que Cervantes estuviera burlándose de Lope de Vega por las nuevas técnicas narrativas que éste estaba llevando al teatro castellano. Pero lo que sí que es cierto es que lo que pone en el asador el autor, durante los dos libros, es una especie de calidoscopio de un gran tramado de historias que nos hacen aventurarnos en todo tipo de géneros, pasando de lo lírico a lo épico, de lo trágico a lo cómico. Y es que Miguel de Cervantes se podría haber inspirado en la obra Entremés de los romances, en el que un labrador, al igual que el protagonista de El Quijote, enloquece. Pero, sin duda, en dónde hay que situar el primer tomo es en esa tradición de libros de caballerías de los que se burla el autor y es precisamente esta parodia la que llega, con más impacto, al público lector de la época. De esta manera, en relativamente poco tiempo, se convierte en lo en la actualidad llamaríamos un best-seller.

La novela comienza con la descripción de su protagonista: un hidalgo llamado Alonso Quijano que enloquece al no parar de leer libros de caballerías. Tanto es así que el personaje se cree un caballero que ha de ir a rescatar a su amada, a la que llama Dulcinea del Toboso (que, en realidad, se llama Aldonza Lorenzo), y que confunde con una delicada dama a pesar de que es una labradora. También es muy conocida, por citar tan sólo algunos ejemplos, la escena en que cree ver en unos molinos de viento a unos gigantes que le quieren atacar, o cuando vislumbra en la bacía de un barbero el Yelmo de Mambrino. En todo momento, el loco hidalgo es acompañado por el rudo y paciente Sancho Panza, al que le asigna el papel de escudero.

En la segunda parte de la novela, Don Quijote vuelve a las aventuras. Peligros, una ínsula llamada Barataria, y unos bandoleros catalanes, entre otras muchísimas otras locuras que interpretan aquello real desde un mundo creado a medida de sus fantasías. Pero es en esta segunda parte de El Quijote donde se desarrollan los procesos que se han conocido como “sanchificación” y “quijotización”. Y es que los dos personajes se van influyendo, y alimentándose, mutuamente hasta llegar a un efecto de trasformación. El hidalgo va recobrando el sentido común mientras Sancho Panza, pensando en la ínsula prometida, va aumentando su idealismo. El “Caballero de la Triste Figura”, finalmente, vuelve a su pueblo sin pensar ya en aventuras caballerescas después de haber llegado a Barcelona. En poco tiempo, enferma y muere.

Muchas han sido, también, las ediciones críticas que se han llevado a cabo bajo la firma de prestigiosos estudiosos. Entre ellas, cabe destacar las realizadas por Martín de Riquer, Francisco Rico, Alberto Blecua o Luis Rosales. Pero, como decíamos, estamos ante una obra que permite diferentes lecturas e interpretaciones. Si los contemporáneos de Miguel de Cervantes supieron ver más su carácter burlesco, los románticos insistieron en el enfrentamiento entre aquello real y aquello imaginario, mientras que los cristianos del siglo XIX quisieron reflejar en el personaje un símbolo del sacrificio y de la bondad infinita. Incluso, en pleno siglo XX, el franquismo quiso ver los ideales conservadores de una tradición que no había que perder mientras, los más liberales, veían justo lo contrario: la necesidad de soñar más allá de una nación oscura y anclada en el pasado más retrógrado.

Pero si comenzábamos esta crítica diciendo que es una novela moderna, tal vez la primera novela moderna en Europa, es por su originalidad. En primer lugar, por ese tratamiento del humor y la sátira. En segundo lugar, porque se convierte en una novela polifónica con diferentes puntos de vista y cosmovisiones. Y es que esta multiciplidad de voces y miradas se pueden apreciar con más detalle en el intenso esfuerzo que hará Cervantes para alejarse de sus personajes más importantes (véase el recurso utilizado bajo el nombre de Cide Hamete Benengeli). Además, como ya apuntábamos, hay una transformación en ellos. Cambian. Se desarrollan a lo largo de las páginas. Estamos, pues, ante una comedia humana llena de maneras diferentes de ver el mundo, muchas veces contradictorias, y que comparten un realismo que se ríe de la pedantería de otras obras publicadas pocos años antes.

Este perspectivismo va acompañado de muchísimos recursos narrativos que Cervantes parece dominar y que, reunidos, seguramente no había leído antes en ninguna novela. Este contraste entre dos personajes antagónicos, el suspense que atrapa al lector y que le invita a seguir leyendo, el resumen que se hace de lo sucedido cada cierto tiempo, la importancia que van adquiriendo los personajes respecto a la trama, … Hay, por lo tanto, una preocupación para que el lector no abandone la lectura pero, a la vez, para que tampoco se pierda. Y, lo que la hace más moderna, ese trato especial que el lector percibe, un respeto sincero que Cervantes siente. Y es que ve al lector como a una persona inteligente y, por ello, no le da mascadas algunas descripciones para que sea él quien termine de completar la obra.

Pero, más allá de la técnica, el estilo o las influencias, ¿Qué nos dice hoy Don Quijote de la Mancha?, ¿Por qué motivo sigue seduciendo a pintores, dramaturgos, académicos y directores de cine?

Cervantes nos habla, desde el humor, de todo lo que ha preocupado al hombre desde que es hombre. Nos habla de la utopía de un mundo más atractivo y menos gris, nos habla del amor platónico versus un amor mediocre y superfluo, nos habla de justicia, de la necesidad de romper con la tradición y de vivir como si el mundo pudiera estar a nuestros pies. Nos habla de la conquista de aquello lejano, inaccesible, extraño. Y nos habla de la amistad. Nos habla, en definitiva, de nosotros mismos.

 DON QUIJOTE, SANCHO Y LA JUSTICIA

Por:  Alejandra Crespín Argañaráz

En el capitulo XI  de la primera parte de la obra magna de Cervantes, “De lo que sucedió a Don Quijote con unos cabreros”, el caballero manchego dice, al referirse a la  Eda de Oro: “Dichosa edad y siglos dichosos aquellos que los antiguos pusieron  el nombre de dorados…” y expresa más adelante: “No había la fraude, el engaño  ni  la malicia  mezclándose con la verdad y llaneza. La justicia se estaba en sus propios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del intereses que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen. La Ley del encaje-sentencia que el Juez dicta, por lo que él ha pensado (encajado en la cabeza) sin tener en cuenta lo que las leyes establecen), aún no se había asentado en el entendimiento del Juez, porque entonces no había entrado en la senda de la perversión.

En el capitulo XLII de la segunda parte, “De los consejos que dio Don Quijote a Sancho Panza antes que fuese a gobernar a la ínsula…”Cabe destacar la importancia que nuestro personaje da a la administración de la justicia, pues muchos de ellos advierten el futuro gobernante acerca de las dificultades  que tendrá para resolver  los casos que se le presenten.

Después de los primeros consejos que se inician con la invocación a Dios, fuente de toda sabiduría y, ante todo, tener en cuenta la máxima “Conócete a ti mismo” y no olvidarse ni avergonzarse  de sus orígenes   humildes, menciona otra vez la Ley de encaje “que suele tener mucha cabida en los ignorantes que presumen de agudos”. Es una exhortación a ceñirse  a las leyes, respetarlas y no ceder a los propios   impulsos, pero esto no exime de tener compasión, “pero no más justicia”, por las lágrimas del acusado  para que éstas no sean velo  que   oculte  las razones de la denuncia.

Y comienza Don Quijote a  indicarle a Sancho cual debe ser la postura del juez ante los litigantes  y sus exigencias:
 
La verdad, para impartir con rectitud la justicia , debe ser buscada sin pausa y desentrañada de las razones que ante el árbitro  expongan las partes  , sin que nada, ni dádivas, promesas o lamentos influyan en la decisión que se tome para cerrar la causa.

Al impartir justicia con la debida equidad, el Juez debe ser algo más comprensivo que riguroso, lo llevará, al aplicar la  Ley a no cargar todo su rigor en el inculpado. Buscar siempre, entonces, el camino legal que permita al juzgador  ver más allá del hecho en sí, el momento, las motivaciones, el medio social, y todo aquello que permita  atenuar, si cabe, la gravedad del delito. Ello permitirá “doblar la vara de la justicia” no con presentes o donaciones sino con el peso de la indulgencia, sujeta a los preceptos generales  de las normas legales.

También el enemigo  debe administrársele justicia en el término  correcto de las leyes. En tal situación  no debe influir la enemistad; apartar el pensamiento  de los agravios, si los hubiera, y buscar  solo la verdad para dirimir el pleito. “No  te ciegue la pasión  propia de la causa ajena” dice Don Quijote a Sancho, porque un juez cabal no puede perder el equilibrio que la rectitud de su juicio exige y que es lo que  de él esperan quienes están en el estrado. Nada debe turbar  la conciencia del magistrado que tendrá siempre presente  el interés de la justicia, y no el propio.

También el Juez debe cuidarse y no favorecer a la belleza que a veces se presenta con gemidos y con lágrimas para conmover  el espíritu del juzgador, cegar su sensatez y no dejar que valore con ecuanimidad lo que  pide.

Quien dicta sentencia no debe maltratar de hecho ni de palabra al condenado  pues, “sin malas razones”, le basta pensar en el destino que  le espera, con la cárcel o con  trabajos… No olvidar que el inculpado  es hombre y, por lo tanto, sujeto a las falencias  de su condición humana y esto basta para mostrarse con él “piadoso y clemente”: Como todos somos iguales ante  Dios es más respetable la misericordia con justicia. De seguir estos consejos, según Don Quijote, Sancho tendrá vida feliz, colmada de bienaventuranza que durará hasta el fin de sus días para trascender  a su descendencia.
 
Estos son algunos de los consejos que Don Quijote da a su escudero a punto de asumir el gobierno, y que se refieren a la administración de la justicia, importante tarea del mandatario de la ínsula. De seguirlos, indudablemente, su gobierno  será recordado con admiración y respeto por sus súbditos. Sera la época de Sancho Panza. La justicia a la que se refiere Don Quijote es la justicia práctica, la que se resuelve los casos usuales de la vida diaria. Así se exponen en los pleitos que Sancho resuelve: deudas impagas, disputas entre familiares desavenidos o vecinos y que se resuelven recordando casos similares por la perspicacia del hombre común ha observado y apela a ese conocimiento de las peleas del ingenio popular, para resolver lo que se le plantea. Los consejos están dictados no para definir sino para valorar la justicia, especialmente la práctica, e indicar la mejor forma de aplicarla sin menoscabo ni sombras que hagan dudar de la integridad o de la sapiencia  de quien  debe administrarla.

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