Fuente oral: Mercedes Benítez
Transcripción: Amparito Nicolalde
Recopilación: Dorys Rueda
Otavalo, noviembre 2020

 

La fiesta en la quita La Florida, que llevaba encerrados a sus invitados ya por cinco días, había terminado y los invitados empezaban a salir, muchos de ellos pasados de copas, lo cual sirvió para que alguien apareciera por las noches, cerca de la Gruta del Socavón, cubierta con un manto fantasmal blanco;  gemía ululante ante los borrachos que desmayados amanecían con los bolsillos vacíos.

El pueblo llamó al fantasma: “La pánfila” y aseguró que era un alma en pena que buscaba a quien confiarle el lugar de un entierro. Ya nadie se arriesgaba a salir por las noches, las mujeres atrancaban las puertas de sus casas, aunque sus maridos no llegasen y elevaban oraciones pidiendo protección al Supremo.

Se sabía que La pánfila tenía las uñas muy muy largas y eso creó sospechas en los amigos: U. Benítez (Mascha), Dávila (Pilico) y Sandoval, para quienes las fechorías de la “aparición”, que venían ocurriendo ya con frecuencia, se convirtieron en un reto que derivó en una apuesta de una botella de “puntas” de Intag, a quien se arriesgara a acercarse a la enviada de ultratumba. El Pilico Dávila fue el designado para tan arriesgada misión, se santiguó tres veces, tomó un buen trago para asentar los nervios y se dirigió al lugar donde llegaba por las noches “La pánfila”.

Era noche de conjunción, corría un viento frío y los perros ladraban sin cesar. El Pilico, fingiendo estar borracho, avanzó tambaleante, sin descuidar todo lo que sucedía a su alrededor.

"La pánfila", cubierta de blanco hasta los pies, lo esperaba tras un tapial y levantando los brazos espectrales lanzó alaridos escalofriantes. El Pilico Dávila, aterrorizado, alcanzó a lanzar un buen puñetazo contra la “aparición” que cayó al suelo, donde le siguió golpeando sin parar. Entonces le quitó el manto y descubrió que era la mujer del zapatero Jacinto Buendía. Benítez y Sandoval se acercaron rápidamente, mientras el alma bendita lloraba desconsolada, pidiendo perdón, dejando al descubierto los grandes bolsillos donde guardaba lo robado.

Nunca más apareció por las oscuras callejas, se marchó del pueblo cuando la gente se enteró de sus andanzas.

 

 

Portada: https://elpais.com/noticias/leyendas/

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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